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NOTA EDITORIAL: SOY CAPAZ

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 La campaña que busca la reconciliación entre los colombianos se aplica en los diversos estamentos con notable éxito.

Varias personas han optado por «desarmarse» de su odio y resentimiento. Sin embargo, hay colombianos, totalmente consumidos por el resentimiento, que no han podido hacer un esfuerzo tendiente a aportar sus «granos de arena» en aras de la paz en Colombia.

Ese ejemplo, que fue iniciado por algunos medios de comunicación, ha logrado una aceptación de la mayoría de los colombianos que tienen como anhelo la paz.

La campaña se ha extendido a otros sectores de la sociedad. Un ejemplo positivo es el de  los deportistas, quienes también han dicho presente en esa importante labor de reconciliación. Fuimos testigos de cómo los equipos de fútbol de Bogotá ─Santafé y Millonarios─ se hicieron partícipes de la campaña Soy capaz al portar las prendas de su respectivo rival.

En la política los intereses personales están por encima de los intereses generales, y es difícil que algunos movimientos, caracterizados por llegar a los extremos, puedan participar en una noble campaña que solo busca la reconciliación.

Hoy es una oportunidad que tiene Colombia para cambiar las estructuras culturales que nos habían llevado a aceptar y participar de una sociedad mafiosa, en la que  el dinero fácil es el objetivo inmediato. Los colombianos debemos cambiar nuestro modo de pensar, y buscar la manera de hacer que las nuevas generaciones lleguen a un país donde la solidaridad, la honestidad y, sobre todo, el noble trabajo sean las bases de una sociedad que permita el crecimiento en todos los aspectos.

La historia nos ha enseñado que la violencia no es el mejor camino. Es hora de cambiar esa historia: pasar de un país violento a uno grande, con gente maravillosa, que ha sido condenada a vivir en medio de la guerra entre hermanos.

Colombia demostrará a la humanidad su capacidad y, sobre todo, el talante de su gente para asumir un reto tan importante y decisivo como es la paz de un territorio;  que sus habitantes, que están asqueados de la guerra sin cuartel que se libra desde hace cerca de un siglo, dejen de sufrir las secuelas de la miseria y la descomposición social.

Nuestro compromiso es dejarles un nuevo país a las nuevas generaciones para que puedan disfrutar de la paz. Es hora de dejar a un lado el rencor y el odio que nos han sembrado los comerciantes de la guerra, que son los únicos que se han enriquecido con la muerte y la miseria del pueblo colombiano.

Es por ello que campañas como Soy capaz son ayudas pedagógicas y psicológicas que contribuyen a educar nuestra cultura con un propósito claro: el desarme de los malos sentimientos, que por años nos han acompañado y que han hecho que Colombia sea un país enfermo en los aspectos social, político y económico.

Llegó la hora de decir Soy capaz de participar en la creación de un país libre de violencia, que se encamine por los caminos de la paz, el desarrollo y el crecimiento para demostrarle a la humanidad de lo que somos capaces los colombianos.