Opinión

Columnista: UNA PALABRA POR LA PAZ ENTRE NUEVOS PLAZOS, BALAS, SANGRE Y TUMBAS.

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José David Name Cardozo

Columnista Invitado
Primicia Diario

Lo primero que quiero hacer es invitar a quien lea estas líneas, a guardar un minuto de silencio en su hogar, la oficina o donde se encuentre, como homenaje a los 11 militares masacrados la semana pasada por la guerrilla de las Farc en jurisdicción rural del Cauca, suroeste de Colombia.

Indignación, eso es lo que sentimos con el aparato narcoterrorista de la Farc por la forma como premeditaron el atentado y la alevosía del ataque para asesinar a 2 suboficiales y 9 soldados y herir a otros 24 Héroes de la Patria que se encontraban cumpliendo su deber constitucional de preservar la vida, bienes y honra de nuestros nacionales.

Rabia es la que nos asalta al comprobar las evidentes contradicciones entre lo que dicen y acuerdan temporalmente los negociadores de la guerrilla en La Habana y lo que practican los frentes de las Farc al no atender un supuesto cese al fuego ordenado desde mediados de diciembre de 2014.

No hay ninguna excusa para no cumplir la palabra empeñada, aunque entendemos que cualquier eventualidad se puede salir de las manos en un proceso de paz en la mitad de este sexagenario conflicto armado.

Pero tampoco podemos aceptar que incursiones como la que se dio en el Cauca pretendan ser utilizadas por los negociadores de la subversión, para presionar un cese bilateral al fuego. En eso han sido suficientemente claros el Presidente Juan Manuel Santos, el Ministro del Interior Juan Fernando Cristo y el jefe del equipo negociador Humberto De La Calle Lombana. Colombia no puede renunciar ni va a hacerlo el Gobierno, estoy seguro, a mantener salvaguardada la soberanía nacional ni internamente ni en sus fronteras.

Fue terrible, doloroso, triste, dramático, haber sido testigo del llanto y el sufrimiento de familias humildes que en distintas zonas del país tuvieron que sepultar a sus esposos, padres e hijos producto de la demencial decisión de uno de los frentes de las Farc, cuyos nexos con el narcotráfico y sus representantes en la Isla son palpables, según han manifestado las autoridades.

Lo ideal era que la televisión nacional en sus noticieros del viernes pasado, hubiese mostrado mesas de trabajo en distintos territorios recogiendo propuestas e iniciativas en beneficio del proceso de paz y no cementerios, flores y lágrimas inconsolables que solo siembran desesperanza frente a la anhelada reconciliación.

Ya en las horas siguientes, con las emociones más reposadas, el ánimo más tranquilo aunque sin haber alejado la pesadumbre del todo, estoy convencido de que debemos y tenemos que salvar el proceso de paz, porque es la mejor inversión que podemos hacer en el futuro del país. Hay que acabar el conflicto y hay que parar el derramamiento de sangre.

En ese contexto, apoyo los pronunciamientos que han hecho el Presidente Santos, los jefes de los distintos partidos, senadores, representantes a la cámara, diputados y concejales, así como empresarios y líderes sociales, reclamando la fijación de nuevos plazos para firmar la paz y acabar el conflicto desde la legalidad y la transparencia de las negociaciones.

Es hora de hablar claro y conciso, que las Farc digan de una vez por todas a qué nos podemos atener y si es del caso, para tales efectos, además del Observador de los Estados Unidos en Cuba, podríamos solicitar una comisión especial de las Naciones Unidas y la Unasur, que cumpla el mismo propósito y nos ayude a certificar la validez del nuevo compromiso que hagan el Gobierno y las Farc. Incluso, pensaría en invitar a la definición de esos nuevos plazos a los Premios Nobel de la región, la guatemalteca Rigoberta Menchú y el expresidente costarricense, Oscar Javier Arias. Confiamos en que muy pronto tengamos mejores noticias respecto del proceso de paz.