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Exclusivo: UN MUNICIPIO CUBANO LLAMADO COLOMBIA

En la ciudad cubana de Colombia, provincia Las Tunas, al   final la torre del central azucarero ColombiaEn la ciudad cubana de Colombia, provincia Las Tunas, al final la torre del central azucarero Colombia

 

Bautizar al central y el poblado con el nombre de Colombia, tierra natal de José Rodón García, miembro del Ejército Rebelde y del movimiento 26 de julio

 

Textos

Yanet Lago Lemus

Fotos

Lázaro David Najaro Pujol

Las Tunas, Cuba.-

Primicia Diario

Colombia se erige al amparo de un ingenio azucarero, apostado a sus anchas en medio del poblado, como un gigante dormido. Aún ausente, se siente respirar. Más de cinco zafras detenido por decisiones estratégicas territoriales, no le apartan de la memoria de sus habitantes.

   A ese gigante le deben, la historia local y su gente, la esencia. Cuentan que por 1904 solo existía una vivienda en lo que hoy es Colombia (anteriormente batey de Elia), propiedad del francés Agustín Esmanuelli, un enorme ranchón de guano y tablas de palma, enclavado en medio de un espeso bosque de Algarrobo, Júcaro y Cedro.

   Ocho años después, procedente de Pinar del Río, llega Don Juan Escarráz, esposo de Elia Rosa Castellanos. A fines de octubre de 1913, rebasan a la apartada región sureña del Camagüey los representantes de la familia Briaga con el sueño de construir una fábrica de azúcar.

   Buscaron el lugar ideal, entre familias y terrenos. Primero en el “San José”, paraje de tierras fértiles pero distantes de las vías de comunicación, razón por la cual la comisión accionista dirigida por Aurelio Portuondo, decide continuar la búsqueda en la finca llamada la “Jía”, de factible ubicación, por la cercanía del río Tana.

   Sus propietarios, los esposos Escarráz, donaron parte de sus tierras para la construcción del ingenio, a cambio de que fuera nombrado como la anfitriona de la “Jía”: Elia.

   Cuentan también que aunque la señora de Escarráz fue tildada por algunos de presuntuosa, su nombre quedó grabado en la industria desde 1914 cuando comenzaron los primeros trabajos de edificación.

   La construcción, terminada un año más tarde, limitaba al sur con la propia finca la Jía, por el norte con la finca Santa Lucía, propiedad del Ilustre marqués de Santa Lucía: Salvador Cisneros Betancourt y al oeste con la finca cañera de Ángel Céspedes.

   Así, la naciente industria estaría respaldada por cuatro latifundios que dominaban las mayores áreas productivas de la zona.

   El 28 de febrero de 1916 inicia la primera Zafra. Con los primeros olores dulzones salidos de las máquinas en estreno, crecían las ofertas de trabajo y las esperanzas para la escasa población.

   Muchos emigraron para la zona y en poco tiempo el lugar se nutrió de obreros que construyeron ranchos rústicos en pequeñas parcelas entregadas por los hermanos Rionda.

    Luego se erige el Batey con viviendas de madera y cubiertas de teja francesas, donde vivían los dueños, personales administrativos y jefes del ingenio.

   Elia ya no sería solo el central, sino todo un poblado. En octubre de 1960, el líder revolucionario Fidel Castro da la orientación de nacionalizar los centrales azucareros, tras la suspensión internacional de la cuota de azúcar al país y así, convertir a Cuba en una América pequeña, dando el nombre de los países del continente a sus centrales.

   A Elia llega la orden por parte del capitán del Ejército Rebelde Filiberto Álvarez Zambrano. Después de tener conocimiento Portuondo, el entonces dueño, resuena la sirena del central y se convoca a una asamblea con la población. Se tiene en cuenta bautizar al central y el poblado con el nombre de Colombia, tierra natal de José Rodón García, miembro del Ejército Rebelde y del movimiento 26 de julio, quién llevara el mandato político -militar de la zona y participara en las luchas independentistas como un cubano más.

   La propuesta fue enviada por telegrama a Fidel Castro Ruz y la respuesta de aceptación se recibió a las 48 horas. En este octubre se cumplen cincuenta y cinco años del cambio de nombre del poblado.

   Aún hoy, los abuelos y hasta con nostalgia quienes ya no viven en él, le llaman Elia. Quizás por eso se mantiene vivo el gigante dormido, como prueba fortuita de que no muere en el corazón de los colombianos (Así se les denomina a los habitantes de ese oriental municipio cubano).

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