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Analisis de un discurso: OFRECER PERDÓN NO ES IGUAL QUE PEDIR PERDÓN

timoAlgunos medios periodísticos, sin embargo, dijeron, pocas horas después, que Londoño había ‘pedido’ perdón; falso, ofreció perdón. Concluyendo, el jefe de las FARC debió haber dicho: «Pido, sinceramente, perdón a todas las víctimas del conflicto, por todo el dolor que les pudimos causar en esta guerra».

 

 

 

 

 

 

Jairo Cala Otero

Primician Diario

El acto histórico de la firma del acuerdo final para cerrar la guerra y abrir el camino de la paz, en Cartagena de Indias el 26 de septiembre de 2016, sirvió para conocer el manejo incorrecto que hace del idioma castellano Rodrigo Londoño Echeverry, jefe de la ahora desaparecida guerrilla de las FARC. Tres errores, notorios todos, se pueden señalar luego de su intervención pública:

  1. En medio de su emotivo discurso, el vocero de los rebeldes que se acogieron a la paz, dijo: «Ofrezco, sinceramente, perdón a todas las víctimas del conflicto, por todo el dolor que les pudimos causar en esta guerra». Buena la intención, y seguramente el país mayoritario cree en el arrepentimiento de los sediciosos por su crueldad y por el dolor causado a tantas personas. Pero la fórmula para hacer notorio ese arrepentimiento resultó equivocada. Si se ofrece perdón significa que ellos (los guerrilleros) podrían perdonar a quienes les soliciten el perdón. El lapsus linguae debió de suceder por el insistente pregón que los jefes del grupo alzado en armas hacían diciendo que ellos también eran víctimas del conflicto. ¿Quién, entonces, debe rendirse a pedirles perdón a ellos? Porque ese ofrecimiento es para perdonar a quienes les pidan perdón, según el error de Londoño Echeverry (suponiendo que hubiese sido error, no un ‘dardo’ lanzado a sabiendas de que ese verbo no era el preciso). Algunos medios periodísticos, sin embargo, dijeron, pocas horas después, que Londoño había ‘pedido’ perdón; falso, ofreció perdón. Concluyendo, el jefe de las FARC debió haber dicho: «Pido, sinceramente, perdón a todas las víctimas del conflicto, por todo el dolor que les pudimos causar en esta guerra». No obstante, con ese error incluido, ¡bienvenido el comienzo de la paz y de la reconstrucción de Colombia!
  1. En una alusión al tiempo que duró la absurda guerra de las FARC contra el Estado colombiano (los colombianos innocentes), Londoño dijo: «…desde hace 52 años atrás». Aquí se configuró una redundancia. Las redundancias son repeticiones, innecesarias, de un término en una oración gramatical. En este caso el verbo ‘hace’, pasado del infinitivo ‘hacer’, choca con el adverbio ‘atrás’, que, en su séptimo significado del diccionario académico, se asume como tiempo pasado. Luego dos formas de aludir al pasado, al mismo tiempo, constituyen un error gramatical. Rodrigo Londoño debió decir: «… desde hace 52 años»; o también: «…desde 52 años atrás». Pero no las dos formas juntas.
  1. No se sabía que en la manigua, en medio de fusiles y pertrechos de guerra, también se duplicaban los sustantivos. El jefe de las FARC repitió, orondo y majo, en no menos de tres ocasiones, expresiones enfáticas con desdoblamiento de sustantivos y de artículos determinantes, como: «… de las y los combatientes»; y «… los colombianos y las colombianas». Como ellos apenas van saliendo de nuevo a la civilización, alguien habrá de aclararles (a él y al resto de la guerrillerada, como dicen allá) que resulta ridículo confundir anatomía con gramática. Es decir, que un asunto es el sexo (cualidad única de los hombres y mujeres, y de los animales) y otra, abismalmente distinta, es el género, que es solo cualidad de las palabras. Debo repetir aquí lo que don Francisco Rodríguez Adrados, honorable miembro de la Real Academia Española (RAE), dice al respecto: «Una silla es femenina, pero no hembra; un sillón es masculino, pero no macho». Y recomienda: «El género común es útil, evita pérdidas de tiempo; sintetiza abarcando ambos géneros y ambos sexos». De lo cual se deduce que lo correcto es decir y escribir: «…los colombianos», pues en esa frase están abarcadas (incluidas) las mujeres nacidas en Colombia; y también: «los combatientes», puesto que el adjetivo ‘combatiente’ es ambivalente (sirve para designar a hombres y mujeres).

Le queda, pues, al señor Londoño Echeverry la tarea de replantear su forma de pensar, escribir y hablar. Ahora que tiene todo el tiempo del mundo, que ya no lo podrá sobresaltar el rugir de los motores de los aviones de combate sobre su testa, podrá estudiar gramática elemental. O, cuando menos, contar con un buen asesor en la materia. Porque, si aspira a ser congresista, deberá empeñarse en pulir el lenguaje, si quiere sobresalir por algo notorio entre sus nuevos «camaradas», tan dados a usar mal el castellano.

vicSi se ofrece perdón significa que ellos (los guerrilleros) podrían perdonar a quienes les soliciten el perdón. El lapsus linguae debió de suceder por el insistente pregón que los jefes del grupo alzado en armas hacían diciendo que ellos también eran víctimas del conflicto.