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CAMBIO FATAL DE LETRAS EN LOS TEXTOS

Por el descuido al redactar, o por no revisar un escrito antes de enviarlo, se cometen fatales descachadas debido al involuntario cambio de letras o la omisión de alguna vocal.

Jairo Cala Otero

Especial

En algunas ocasiones, por el descuido al redactar, o por no revisar un escrito antes de enviarlo, se cometen fatales descachadas debido al involuntario cambio de letras o la omisión de alguna vocal. No son pocos los fiascos que muchas personas pasan por cuenta de tales extravíos en la escritura.

Aunque muchos de ellos, hay que advertirlo honestamente, son culpa de diseñadores gráficos ─en el caso de periódicos y revistas─, pues ellos cambian, sin tener por qué hacerlo, o borran sin proponérselo, alguna sílaba, una letra o alguna vocal. ¡Es cuando se produce la debacle!

Veamos algunos de tales casos:

Imprecisión: «Ojalá haya tenido una feliz parida en el nuevo año».

Era: «Ojalá haya tenido una feliz partida en el nuevo año».

Imprecisión: «Masiva protesta de las indignas».

Era: «Masiva protesta de las indígenas».

Imprecisión: «Tendrán una gran decepción».

Era: «Tendrán una gran recepción».

Imprecisión: «Que tenga usted un ano feliz».

Era: «Que tenga usted un año feliz».

Imprecisión: «Esa es una buena puta para seguir».

Era: «Esa es una buena pauta para seguir». 

Imprecisión: «Muchas mujeres de este pueblo pecan ante sus vecinos».

Era: «Muchas mujeres de este pueblo pesan ante sus vecinos».

Imprecisión: «Un proxeneta está tras las rajas».

Era: «Un proxeneta está tras las rejas».

Imprecisión: «A esta caca le faltan más olores».

Era: «A esta casa le faltan más colores».

Imprecisión: «Anacleta, ¡vamos a follar ya! (Follar: tener relación sexual).

Era: «Anacleta, ¡vamos a foliar ya! (Foliar: numerar los folios de un libro).

Imprecisión: «Allá están ubicadas las huevas de Castillo».

Era: «Allá están ubicadas las Cuevas de Castillo». (Unas formaciones naturales).

Imprecisión: «Su vecina era muy puta».

Era: «Su vecina era muy bruta».

Imprecisión: «Es un artista muy ojeroso».

Era: «Es un artista muy oneroso».

Como podrá colegir, amigo lector, la lista de deslices de esta clase puede ser interminable. No estorba, entonces, la sugerencia de ser muy observadores, revisar una y otra vez todo texto que produzcamos, antes de enviarlo a los destinatarios finales. Pero que no se haga con una nota remisoria como: «Remato cesto del ano», en vez de «Remito texto del año».

Es culpa de diseñadores gráficos ─en el caso de periódicos y revistas─, pues ellos cambian, sin tener por qué hacerlo, o borran sin proponérselo, alguna sílaba, una letra o alguna vocal. ¡Es cuando se produce la debacle!