Opinión

SIN VÍCTIMAS, LA PAZ ES IMPOSIBLE

Juan Manuel Galán

Columnista Invitado

Las víctimas no pueden dejar de ser el eje central de los Acuerdos de Paz y el posconflicto, son ellas quienes han sufrido en carne propia la crueldad de la guerra. Además conocen a la perfección las luchas de poder por las zonas en las que el Estado aún no hace presencia y se ven en la obligación de, con su liderazgo, mantener viva la llama de la esperanza en toda la población.

La Comisión de Seguimiento a la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras del Congreso de la República, logró con recursos de cooperación internacional, llegar a distintas zonas del territorio colombiano para escuchar las exigencias de las víctimas y revaluar su papel de control político en verificación del cumplimiento de la mencionada ley.

Esta experiencia superó cualquier expectativa. Seguramente al pensar en visitar los territorios, muchos se imaginan una multitud a gritos, que reclama y exige una respuesta a sus necesidades. Sin embargo, en las visitas a las regiones, me encontré con hombres y mujeres muy organizadas, líderes estructurados que a lo lejos, demuestran un amplio conocimiento de la normatividad  sobre víctimas, sus derechos y deberes, y lo más importante, una fe infinita en el fin de la guerra.

En Meta, Bolívar, Nariño, Huila y Santander, escuché discursos claros, en los que expusieron las principales problemáticas de sus territorios pero además, plantearon específicamente las propuestas que como líderes de las víctimas, hacen al gobierno nacional para avanzar en la reparación integral.

No hubo reclamos, no hubo muestras de rencor o rabia, fue una demostración de valor, coraje y grandeza. Las ganas de salir adelante son contagiosas, como la esperanza en que el perdón y la reconciliación serán el motor que moverá nuestra sociedad por los próximos años.

Como Presidente de la Comisión de Víctimas me siento comprometido y con el corazón esperanzado, me contagié de la fuerza de todas estas víctimas, a quienes las adversidades las hacen más fuertes y que todos los días de su vida, se levantan con la fe intacta en la paz y en que sus hijos tendrán un futuro mejor.