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Infidelidad: ¿ES POSIBLE AMAR A DOS PERSONAS A LA VEZ?

Algunas personas desarrollan un estilo de apego seguro: aprendieron a confiar en que son dignos de ser amados por sus seres más cercanos y a querer sin inseguridades.

 

 

 

 

 

Muchas personas se preguntan si es posible querer a dos personas a la vez.

Yo no quiero dar una respuesta simple de entrada, sino invitar al lector a razonar conmigo, a ver si llegamos a una conclusión de una manera sistemática, y con base en los conocimientos psicológicos.

Para lograrlo, es necesario que pongamos la pregunta en contexto de dos maneras. Primero, hay que describir las etapas en la vida de una relación de pareja, porque la respuesta puede ser diferente para cada etapa.

Y segundo, es necesario que definamos los elementos que constituyen el amor romántico, para poder distinguir con claridad los conceptos.

Las Etapas en la Vida de una Relación de Pareja

Cada etapa en la vida pareja tiene una dinámica y unas posibilidades diferentes. Visto en un contexto de largo plazo, existe una etapa inicial y tres etapas subsiguientes en la vida de una pareja.

El encantamiento es solo el comienzo

La primera etapa es la del encantamiento, en la cual hay enamoramiento y obsesión, usualmente acompañado de tensión y ansiedad. El proceso de sentirse ansiosos y vulnerables, hasta que el otro responde, es el primer elemento del amor.

La ansiedad y la vulnerabilidad crean la necesidad de consuelo y de encontrar la seguridad uno en el otro. Creo que no hace falta abundar mucho en la descripción de esta etapa porque a todos nos es muy familiar.

La vinculación formal

La segunda etapa se llama vinculación formal. Muchas relaciones fracasan cuando llega el momento de comprometerse explícitamente, que muchas veces toma la forma de expresar el deseo de matrimonio o de permanencia.

La simple cohabitación no conlleva el compromiso. De hecho, las parejas que cohabitan sin compromiso formal tienen, estadísticamente, mayor probabilidad de divorciarse si llegan a casarse.

Y entonces aparecen los hijos

La tercera etapa es la paternidad. La calidad de la relación puede sentirse disminuida con la paternidad. Menos dinero, menos horas de sueño, más tareas y más conflictos sobre cómo ser padres. Sobre todo, menos tiempo para la intimidad y las relaciones sexuales, y frecuentemente menos libido en la mujer.

Como es de esperarse, los padres que peor llevan la paternidad son los que sufren de inseguridad en su estilo de querer y dejarse querer, como veremos enseguida.

Las parejas de apego seguro no son inmunes a las dificultades de las transiciones, pero las manejan mejor, porque tienen más fe en su pareja y en la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias.

El amor maduro

Finalmente, la cuarta etapa es la del amor maduro. Un vínculo seguro facilita las transiciones que vienen con la edad, como la partida de los hijos, la jubilación y el envejecimiento.

A veces, cuando se van los hijos de casa, se exponen y salen a flote problemas y brechas latentes en la relación marital. Este nuevo tipo de estrés puede aumentar la propensión a buscar consuelo fuera de la relación y abrirse a la posibilidad de un encantamiento.

Los Elementos que Constituyen el Amor

El amor de pareja  tiene tres elementos: el encantamiento o enamoramiento, la conexión emocional y el compromiso.

De estos tres elementos conocemos bastante bien el primero y el tercero, pero el segundo suele estar envuelto en el misterio, a pesar de que es el factor clave para responder la pregunta que nos hemos planteado. Por eso he juzgado necesario entrar a describir brevemente el concepto de apego emocional en la relación de pareja.

Los estilos de apego: clave para comprender la relación de pareja

Todos aprendemos un determinado  estilo de apego  muy temprano en la vida, quizá antes de tener uso de razón, de acuerdo con la experiencia de apego que tuvimos con nuestros padres o cuidadores primarios.

Algunas personas desarrollan un estilo de apego seguro: aprendieron a confiar en que son dignos de ser amados por sus seres más cercanos y a querer sin inseguridades.

La simple cohabitación no conlleva el compromiso. De hecho, las parejas que cohabitan sin compromiso formal tienen, estadísticamente, mayor probabilidad de divorciarse si llegan a casarse.