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EL LEÓN CASTRADO: 150 AÑOS DESPUÉS SE DESCUBRE QUE NO TIENE «SACO ESCROTAL»


Los leones que custodian la entrada al Congreso de los Diputados

 

 

 

 

 

 

 

Enrique Gutiérrez y Simón

Corresponsal en Madrid

Especial para Primicia.

 

 

¡Cojones!, dicen las malas lenguas que es la palabra más usada por los hispanohablantes. Adornándola de colores, número e infinidad de adjetivos antes o después de esa palabra, puede ocupar casi todo el vocabulario de algunas personas. Ahora, a los más de 150 años de haberse instalado en la puerta del Congreso de los Diputados de España, se descubre que uno de los dos leones que la guardan, no tiene ese adminículo, exclusivo del macho de muchas especies, que los educados llaman «saco escrotal».

Un león tiene todo completo al otro le falta el «saco escrotal»

 

Los dos leones que se instalaron hace como 150 años en esa puerta, se denominaron como los dos capitanes de artillería que murieron defendiendo el cuartel de Monteleón en Madrid, en la guerra contra las tropas de Napoleón: Daoiz y Velarde. Pero como los madrileños somos irreverentes, nos pareció más adecuado llamarlos ‘Benavides’ y ‘Malospelos’. El hecho es, que en una restauración o limpieza de esas esculturas, fundidas en bronce de los cañones tomados al enemigo en África, en una de tantas guerras (Cuando los cañones eran todavía de bronce), que en los países antiguos son casi la síntesis de su historia, se descubrió que uno de los dos leones no tenía el ya mencionado saco escrotal o testículos.

La palabra cojones, suena un poco fuerte para las personas normales, aunque sea perfectamente correcta en castellano, pero malsonante, dice el diccionario. No obstante, si la dice una persona como el Rey, cuando le sirvieron unos espárragos que le gustaron mucho y exclamó «Cojonudos”, los fabricantes de esos espárragos rotulan sus envases con letras grandes, que se pueden encontrar en cualquier supermercado, con la expresión mencionada.

Detalles  «escrotales» de los leones del Congreso

Una vez constatada la ausencia de esos adminículos en uno de los leones, empiezan las cábalas del porqué de esa falta y, como siempre, surgen opiniones para todos los gustos: Es que es una leona, pero le contestan que las leonas no tienen melena… Será que era un león gay que se hizo una operación de cambio de sexo, o quizá un olvido del escultor… O que se le acabó el bronce de los cañones y no daba para más…

Hasta que algún «intelectual» dice: Lo que pasa es, que así se representa mejor la clase de diputados que tenemos: Algunos diputados los tienen, pero a muchos les faltan… O quizá es una forma de representar a las mujeres políticas, que visto lo visto, la mayoría son mejores que los hombres y generalmente menos corruptas y más avanzadas, etc.

Y en este momento de la discusión, surge el canal de televisión Historia, que ofrece oficialmente y por escrito, al Congreso, a la Presidencia de la Comunidad y a la Alcaldía de Madrid, reponer esa falta, fundiendo el mencionado saco escrotal en bronce e instalándolo en su sitio, sin costo alguno. Suponemos que, grabando todo el proceso de fundición, soldadura y repaso final del trabajo, harán un programa de los acostumbrados en ese canal, y con ello compensarán el gasto. Pero hasta ahora, no se ha tenido noticia de respuesta alguna a la oferta, quizá porque los señores diputados están ocupadísimos discutiendo una subida de sueldo para ellos.

Porque el que estén ocupados buscándole soluciones a los muchos problemas de España, no parece muy plausible. Y ya que hablamos del Congreso de los Diputados, haremos un somero repaso al edificio, que está lleno de obras de arte y documentales valiosísimas, como los originales de todas las constituciones que se han promulgado en España, e infinidad de esculturas, cuadros, tapices y relojes valiosísimos… Una de las reliquias, menos gratas pero muy importante que se conserva es, los cuarenta orificios de bala que se produjeron en el techo, cuando un guardia civil imprudente disparó su metralleta contra ese techo, el 23 de febrero de 1981. Que no se han querido restaurar, para que los españoles no nos olvidemos nunca de episodios como ese.

Detrás de la estatua de la Reina Isabel II, durante cuyo reinado se construyo el edificio, se descubrió una puerta disimulada desde la que se accede a una serie de túneles, que están en fase de restauración y que la imaginación popular inmediatamente ha magnificado, creando artificialmente una leyenda de que Madrid estuviera comunicado bajo tierra, desde ese edificio con cualquier otro que cada uno imagina: El hotel Palace que está enfrente, el Palacio Real, que esta alejadísimo, etc. Pero lo que sí es cierto, es que se encontraron osamentas humanas muy antiguas, que se atribuyen a enterramiento de las monjas que habitaban el convento del Espíritu Santo, sobre cuyos cimientos se levanta el edificio. Y donde hoy se sienta el Presidente y demás directivos del Congreso, es el lugar en que estaba el altar del convento antiguo sobre el que se construyó.

A ambos lados del Presidente, hay dos estatuas de los Reyes Católicos Isabel y Fernando, y dos cuadros de la historia constitucional española. En el centro de la fachada principal, flanqueada por los dos leones, existe la alta puerta principal, de pesadísimo bronce adornado con diversas figuras.

Hace unos años, un diputado recién elegido se dirigió a esa puerta y el guardia civil que la custodiaba le preguntó a dónde iba, a lo que él, inflando el pecho lleno de orgullo contestó: – A entrar, porque yo soy diputado. Y el guardia, con una cierta sonrisa condescendiente le dijo: Bien, pues haga el favor de bajar las escaleras a esa verja y dirigirse a la puerta lateral, porque por aquí sólo pasa el Rey y el Pueblo.

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