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Hace 38 años: ARMERO QUEDÓ SEPULTADO

 

TRAGEDIA 0Uno de los lahares prácticamente borró a Armero; tres cuartas partes de sus 30.700 habitantes murieron. Avanzando en tres grandes oleadas, este lahar tenía 30 metros de profundidad, se movía a 12 metros por segundo y duró de diez a veinte minutos.

 

EL VOLCÁN ESTABA GRITANDO: «VOY A EXPLOTAR»».LOS CIENTÍFICOS QUE VIGILABAN EL VOLCÁN NO TENÍAN LA EXPERIENCIA PARA IDENTIFICAR LAS SEÑALES.

La tragedia de Armero fue un desastre natural producto de la erupción del volcán Nevado del Ruiz el miércoles 13 de noviembre de 1985, afectando a los departamentos de Caldas y TolimaColombia. Tras sesenta y nueve años de inactividad, la erupción tomó por sorpresa a los poblados cercanos, a pesar de que el Gobierno había recibido advertencias por parte de múltiples organismos vulcanológicos desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica en septiembre de 1985 y no sacaron a los habitantes sabiendo que algo iba a suceder.

Los flujos piro clásticos emitidos por el cráter del volcán fundieron cerca del 10% del glaciar de la montaña, enviando cuatro lahares —flujos de lodo, tierra y escombros productos de la actividad volcánica— que descendieron por las laderas del Nevado a 60 km/h. Los lahares aumentaron su velocidad en los barrancos y se encaminaron hacia los cauces de los seis ríos que nacían en el volcán.

La población de Armero, ubicada a poco menos de 50 km del volcán, fue golpeado por dichos lahares, muriendo más de 25. 000 de sus 39 000 habitantes. Las víctimas en otros pueblos, particularmente en los municipios de Chinchiná y Villamaría, aumentaron la cifra de muertos a 26.000.

Alrededor del mundo se publicaron tomas de vídeo y fotografías de Omayra Sánchez, una adolescente víctima de la tragedia, que estuvo atrapada durante tres días hasta que finalmente falleció. Otras fotografías del impacto del desastre llamaron la atención de la opinión pública e iniciaron una controversia sobre el grado de responsabilidad del Gobierno colombiano en la catástrofe.

Los esfuerzos de rescate fueron obstaculizados por el lodo, que hacía casi imposible el moverse sin quedar atrapado. Para el momento en el que los rescatadores alcanzaron Armero, doce horas después de la erupción, muchas de las víctimas con heridas graves ya habían muerto. Los trabajadores de rescate quedaron horrorizados tras observar el panorama de desolación dejado tras la erupción, con árboles caídos, restos humanos irreconocibles y escombros de edificaciones.

Esta fue la segunda erupción volcánica más mortífera del siglo XX, superada sólo por la erupción del monte Pelée en 1902 en la isla de Martinica, y el cuarto evento volcánico más mortífero desde el año 1500. Fue una catástrofe previsible, exacerbada por el desconocimiento de la violenta historia del volcán, geólogos y otros expertos habían advertido a las autoridades y a los medios de comunicación sobre el peligro durante las semanas y días previos a la tragedia.

Se prepararon mapas de riesgo para las inmediaciones pero fueron escasamente difundidos. El día de la erupción se llevaron a cabo intentos de evacuación, pero debido a una tormenta las comunicaciones se vieron restringidas.

El Nevado del Ruiz ha hecho erupción en varias ocasiones desde el desastre y continúa siendo una amenaza para las más de 500 000 personas que viven a lo largo de los valles de los ríos Combeima, Chinchiná, Coello-Toche y Gualí.

El Servicio Geológico de los Estados Unidos creó también el Programa de Asistencia en Desastres Volcánicos y el Equipo de Asistencia en Crisis Volcánicas, los cuales evacuaron a cerca de 75 000 personas del área cercana al monte Pinatubo antes de la erupción de 1991.

La erupción

A las 9:09 p. m. del 13 de noviembre de 1985,el Nevado del Ruiz expulsó tefra dacítica a más de 30 km de altura en la atmósfera. La masa total de material expulsado (incluyendo magma) fue de 35 millones de toneladas, solo un 3 % del total expulsado por el monte Santa Helena en 1980. La erupción alcanzó un 3 en el índice de explosividad volcánica. La masa de dióxido de azufre expulsada en la erupción fue de aproximadamente 700 000 toneladas, el 2 % del total de material sólido, haciendo de esta una erupción atípicamente rica en azufre.

La erupción produjo flujos piroclásticos que fundieron la nieve y el glaciar de la cima del volcán, generando cuatro lahares que descendieron por los valles de los ríos en los flancos del volcán, destruyendo un pequeño lago que había sido observado en el cráter Arenas varios meses antes de la erupción. El agua de tales lagos suele ser extremadamente salada y puede contener gases volcánicos disueltos. El agua caliente y ácida del lago aceleró la fusión del hielo, un efecto confirmado por la alta concentración de sulfatos y cloruros encontrados en el lahar.

 Los lahares, formados de agua, hielo, pumita y otras rocas, incorporaron arcilla a su composición al erosionar el terreno por el que pasaban mientras descendían por las vertientes del volcán a una velocidad promedio de 60 km/h, desprendiendo rocas y destruyendo vegetación. Después de descender miles de metros por las vertientes, los lahares se dirigieron hacia los valles de los seis ríos que nacen en el volcán, donde aumentaron cuatro veces su volumen original. En el río Gualí, un lahar alcanzó un ancho de 50 metros.

Sobrevivientes de Armero recuerdan la noche como «tranquila». La ceniza volcánica había caído a lo largo del día, pero se les informó a los pobladores que no había nada de qué preocuparse. A finales de la tarde, tras un largo periodo de calma, la ceniza volvió a caer. Las estaciones de radio locales reportaban que la ceniza debía ser ignorada y que los residentes debían permanecer en calma. Un sobreviviente afirmó haber ido a la estación de bomberos y allí le informaron que la ceniza «no era nada».

El suministro de energía eléctrica fue suspendido de repente y las radios se apagaron. Justo antes de las 11:30, una enorme corriente de agua se extendió por Armero, lo suficientemente poderosa como para volcar automóviles y arrastrar personas. Se escuchó un fuerte estruendo proveniente de la montaña, pero los residentes estaban más preocupados por lo que ellos creían era solo una inundación.

A las 11:30 p. m., el primer lahar llegó al pueblo, seguido rápidamente por otros. Uno de los lahares prácticamente borró a Armero; tres cuartas partes de sus 30.700 habitantes murieron. Avanzando en tres grandes oleadas, este lahar tenía 30 metros de profundidad, se movía a 12 metros por segundo y duró de diez a veinte minutos. Viajando aproximadamente a 6 metros por segundo, el segundo lahar duró media hora y fue seguido por pequeños pulsos eruptivos. Un tercer gran pulso le permitió al lahar durar cerca de dos horas. Para ese momento, el 85% de Armero estaba cubierto de lodo. Los sobrevivientes describieron cómo las personas se sostenían de los escombros de sus casas en un intento de mantenerse a flote en el barro. Los edificios colapsaron, aplastando personas y generando escombros.

El frente del lahar contenía gigantescas piedras que aplastaron a cualquiera en su camino, mientras que las partes más lentas del mismo estaban llenas de piedras pequeñas y afiladas que causaban cortes y laceraciones. El lodo se introducía fácilmente en las heridas abiertas y en otros orificios corporales, —ojos, orejas y boca— con suficiente presión como para inducir asfixia traumática en uno o dos minutos a cualquier persona enterrada en éste. En su trabajo Volcanes y el medio ambiente, Martí y Ernst afirman que muchos de los que sobrevivieron al lahar murieron producto de sus heridas mientras se encontraban atrapados, o sucumbieron a la hipotermia, aunque esto es poco probable dado que el lodo fue descrito como caliente por los sobrevivientes.

Un segundo lahar, que descendió por el valle del río Chinchiná, mató a cerca de 1800 personas y destruyó 400 casas en Chinchiná, al otro lado de la cordillera. En total murieron más de 23 000 personas, cerca de 5000 quedaron heridas y 5000 hogares de trece poblaciones fueron destruidos. Aproximadamente 230 000 personas se vieron afectadas, 20 000 quedaron sin hogar y 110 km² de terrenos fueron perjudicados. La tragedia de Armero, como se conoce al evento, fue el segundo desastre volcánico más mortífero del siglo XX, superado solo por la erupción del monte Pelée en 1902, y el cuarto más mortífero registrado desde 1500. También fue el lahar más mortífero de la historia, y la peor tragedia natural en la historia de Colombia.

Impacto

La pérdida de vidas fue exacerbada por la falta de un marco de tiempo preciso para la erupción y por la renuencia de las autoridades locales a la hora de tomar costosas medidas preventivas sin signos claros de peligro inminente. Debido a que su última erupción de importancia había ocurrido 140 años atrás, en 1845, era difícil para muchos aceptar el peligro del volcán; los pobladores locales incluso le llamaban el «León durmiente». Los mapas de riesgo que mostraban que Armero sería seriamente afectado tras una erupción fueron distribuidos más de un mes antes del suceso, pero el Congreso de Colombia acusó a la Defensa Civil y a las agencias científicas de alarmistas. La erupción ocurrió tan solo una semana después de la toma del Palacio de Justicia por parte del grupo guerrillero M-19 en Bogotá, por lo que tanto el gobierno como el ejército se encontraban ocupados al momento del desastre.

El día siguiente a la tragedia, los rescatadores quedaron horrorizados por el impacto de ésta. Los lahares dejaron tras de sí una masa gris que cubría la totalidad del pueblo. La zona estaba repleta de árboles destruidos y cadáveres desfigurados. Los restos de casas y edificios sobresalían del barro. Bolsas con algodón y granos de café fueron encontradas diseminadas en el lodo, indicando la dirección tomada por el lahar. Los trabajadores de rescate describían el olor agrio del lugar como el de «cuerpos pudriéndose, […] humo de leña y vegetales en descomposición.» Para horror de los rescatistas, que luchaban por comenzar los esfuerzos de rescate, los sobrevivientes dejaban escapar gemidos de dolor y agonía. Los daños fueron estimados en 7000 millones de dólares, una quinta parte del producto interno bruto colombiano de 1985.

Mientras las noticias de la catástrofe se extendían por el mundo, la campaña presidencial, para entonces en curso, se detuvo, y los grupos guerrilleros detuvieron temporalmente su actividad «en vista de la dolorosa tragedia que ha caído sobre nuestra nación». A las entradas para los partidos de fútbol de la liga colombiana se les agregó un recargo de cinco centavos, destinado a sufragar las labores de rescate.

Los científicos que analizaron posteriormente los datos de los sismógrafos encontraron que habían ocurrido en las horas previas a la erupción múltiples terremotos de periodo largo (que empiezan fuertemente y disminuyen poco a poco). El vulcanólogo Bernard Chouet afirmó que «el volcán estaba gritando «voy a explotar»», pero los científicos que vigilaban el volcán en el momento de la erupción no tenían la experiencia para identificar las señales.

Víctimas

La falta de preparación frente a un desastre contribuyó al alto número de víctimas. Armero estaba situado sobre un abanico aluvial que había sido lugar de flujos laháricos previos y las autoridades ignoraron un mapa de riesgo que mostraba el potencial daño que los lahares podían causar al pueblo. Los pobladores se mantuvieron dentro de sus hogares para escapar de la ceniza que caía, tal como las autoridades locales les habían indicado, sin pensar que tal vez podían ser enterrados por los flujos de lodo.

El desastre obtuvo notoriedad a nivel mundial en parte por una fotografía tomada por Frank Fournier en la cual aparece una joven llamada Omayra Sánchez, quien estuvo atrapada entre los escombros durante tres días antes de morir. Tras la erupción, trabajadores de rescate se reunieron alrededor de la niña, conversando con ella. Omayra llamó la atención de los reporteros en el lugar debido a su dignidad y coraje, y causó controversia cuando la gente se preguntó por qué los periodistas no hicieron nada para salvarla (lo cual era imposible sin herramientas).

Un llamamiento al gobierno para conseguir una bomba hidráulica que evacuara el agua que la rodeaba no fue atendido, y Omayra sucumbió a la gangrena y a la hipotermia tras pasar sesenta horas atrapada. Su muerte sintetizó la naturaleza trágica de lo sucedido en Armero: ella pudo haber sido salvada si el gobierno hubiese actuado con prontitud y si hubiese prestado atención a los llamamientos sobre el peligro del volcán. La fotografía obtuvo el premio World Press Photo of the Year por «capturar el evento de mayor importancia periodística»

Dos fotógrafos del Miami Herald ganaron el Premio Pulitzer por fotografiar los efectos del lahar. El Dr. Stanley Williams de la Universidad Estatal de Luisiana dijo tras la erupción, «con la posible excepción del monte Santa Helena en el estado de Washington, ningún otro volcán del hemisferio occidental ha sido observado de manera tan detallada». Como respuesta a la erupción, el Servicio Geológico de los Estados Unidos conformó en 1986 el Programa de Asistencia en Desastres Volcánicos y el Equipo de Asistencia en Crisis Volcánicas. El volcán hizo erupción en varias ocasiones más entre 1985 y 1994.

Negligencia

Las inquietudes sobre la supuesta negligencia de las autoridades locales frente a la amenaza del volcán llevaron a una fuerte controversia. El alcalde de Armero, Ramón Rodríguez, y varios oficiales locales intentaron en vano llamar la atención del gobierno colombiano sobre el peligro que representaba el volcán. Durante meses, Rodríguez hizo llamados a diversas autoridades, incluyendo a varios congresistas y al entonces gobernador del Tolima, Eduardo Alzate García. Rodríguez llamó al volcán una «bomba de tiempo» y le dijo a los reporteros que él creía que una erupción rompería una presa natural ubicada río arriba, lo cual llevaría a una inundación. Pese a su insistencia, solo un congresista le prestó interés a la situación. Reportes de los ministerios de minasdefensa y obras públicas, «afirmaban que el gobierno estaba al tanto del riesgo del volcán y que estaba actuando para proteger a la población». La falta de responsabilidad por el desastre llevó a varios legisladores a pedir la renuncia del gobernador del Tolima. En los medios de comunicación también se debatía acaloradamente sobre el tema. Una de las acusaciones más agresivas provino de un funeral masivo llevado a cabo en Ibagué, en donde se afirmaba en varias pancartas que «el volcán no mató a 22 000 personas. El gobierno las mató».

Legado

El volcán aún constituye una seria amenaza para los poblados cercanos, incluso en el caso de erupciones de poco volumen, las cuales pueden desestabilizar glaciares y producir lahares. A pesar de que gran parte del glaciar se ha retraído, un volumen significativo de hielo se encuentra todavía en las cimas del Nevado del Ruiz y de otros volcanes cercanos. Con tan solo derretir el 10% del hielo, se producirían lahares con un volumen de hasta 200 millones de metros cúbicos, similar al de los lahares que arrasaron Armero en 1985. En cuestión de unas pocas horas, estos lahares podrían viajar hasta 100 km por los valles de los ríos. Estimaciones muestran que 500 000 personas que viven en los valles de los ríos Combeima, Chinchiná, Coello-Toche y Gualí, están en riesgo, y 100 000 de estas están en un alto riesgo.  Los lahares constituyen una seria amenaza para los poblados de HondaMariquitaAmbalemaHerveoVillahermosaPuerto Salgar y La Dorada. A pesar de que una erupción pequeña es más probable, la larga historia eruptiva del macizo Ruiz-Tolima incluye numerosas erupciones de gran tamaño, indicando que la amenaza de una erupción grande no puede ser ignorada. Una erupción de gran tamaño tendría consecuencias mucho más extensas, incluyendo un posible cierre del aeropuerto de Bogotá debido a la caída de ceniza.

Conmemoraciones

Poco menos de un año después de la tragedia, el papa Juan Pablo II visitó la zona del desastre junto con el presidente colombiano Belisario Betancur. Allí el papa habló acerca de la tragedia y declaró el lugar en donde se encontraba Armero como campo santo. A pesar de que muchas de las víctimas de la tragedia fueron conmemoradas, Omayra Sánchez fue, en particular, inmortalizada en poemas, novelas y piezas musicales. Una obra llamada Adiós, Omayra, de Eduardo Santa, ilustraba los últimos días de la joven y el simbolismo que representó en la catástrofe. Los sobrevivientes fueron también reconocidos en el especial de televisión No morirás de Germán Santamaría, en el cual parte del elenco estaba compuesto por víctimas de la tragedia, quienes aparecieron como extras en la obra.

wikipedia.org/Omaira-Sanchez.El desastre obtuvo notoriedad a nivel mundial en parte por una fotografía tomada por Frank Fournier en la cual aparece una joven llamada Omayra Sánchez, quien estuvo atrapada entre los escombros durante tres días antes de morir.TRAGEDIA 1El dolor fue grande. Todo el país estuvo pendiente de Armero.TRAGEDIA 2Centenares de personas fueron rescatados entre el lodo.tragedia 3Campo Santo.tragedia 4Desde hace 30 años los escombros de Armero siguen a la vista de quienes visitamos la región.