Un escenario a la italiana en forma de herradura, considerado por la BBC de Londres como uno de los teatros mas sorprendentes del mundo debido a su imponente arquitectura, avanzada tecnología y evocación al arte engalana el centro de Bogotá, es el Teatro Colón, el teatro nacional de Colombia.
Alejandra Ramírez Zamora
Especial
Después de terminar de construir el Capitolio Nacional, el arquitecto Pietro Cantini fue contratado por el presidente de la época, Rafael Núñez, y junto con el ornamentador, Luigi Rameli, iniciaron su construcción en 1885 con la ayuda de 162 obreros colombianos que fueron formados por ellos mismos, inaugurando el lugar en 1892.
El gallinero solía ser un espacio incómodo, no contaba con buenas sillas, los asistentes prácticamente se sentaban en el piso, ahora está muy bien amoblado, hace parte de la remodelación del teatro.
Debido a la época de su construcción, la sala es muy jerárquica, la sociedad era dividida a través de los diferentes pisos y en diferentes palcos. La mejor ubicación en todo el teatro es el palco presidencial, queda en el segundo piso en la entrada número 13, sin embargo no está numerado debido a la mala fama que tiene este numero. Para reconocerlo, en la puerta se encuentran dos escudos de Colombia. En este palco solo puede entrar el presidente, su esposa, hijos y sus invitados. Cuenta con una excelente vista de todo el teatro y del escenario.
En todos los palcos del segundo piso se evidencian unas pequeñas puertas ocultas en las paredes de madera que los divide, espacios que probablemente los nobles colombianos de la época utilizaban para guardar sus tabacos o algún licor para consumir en medio de las obras a las que asistían.
Ornamentado con falsas columnas que evocan los templos griegos, el Foyer, era la sala VIP del Teatro, allí solo podían entrar los nobles, a esperar que el espectáculo iniciara, ahora todos los asistentes pueden hacerlo y disfrutar de tan hermoso lugar que guarda en sus paredes tanta historia y tradición colombiana.
Un fresco inspirado en el neoclasicismo italiano reposa en el techo del foyer, evidenciando unas musas que al contrario de lo tradicional no eran rubias. Este tiene la particularidad que sus protagonistas son trigueños, solo hay una rubia con una paleta de pintura, pero en general en este fresco, las musas , putis y alegorías a las artes reflejan el mestizaje por el que se caracteriza Colombia.
Después de su restauración, el teatro incluyó unas escaleras que llevan de una forma más democrática desde el Foyer a la galería (el Gallinero) del teatro, debido a que fue construido de manera tal que el público que entraba a este palco no accedía por la entrada principal sino por una puerta alterna para no tener contacto público.
El gallinero solía ser un espacio incómodo, no contaba con buenas sillas, los asistentes prácticamente se sentaban en el piso, ahora está muy bien amoblado, es la única parte del teatro que se remodeló. Por tradición ha sido el lugar donde se consiguen las boletas más económicas del teatro, pero paradójicamente es donde muchos dicen que está la mejor acústica.
Por la celebración de la novena conferencia panamericana (1948) que se realizaría en este lugar y que nunca se llevó a cabo debido al bogotazo, Laureano Gómez, ministro de Relaciones Exteriores de la época, mandó a cambiar la lámpara original, por una gigantesca, ésta no permitía que los asistentes ubicados en el «gallinero» pudieran ver bien las presentaciones, sin embargo, en el imaginario de los bogotanos esa lámpara es la original. Después de su restauración se puso la verdadera que volvió a ver la luz del teatro en el 2008 después de haber durado 60 años guardada en un rincón del Teatro.
El Teatro Colón fue uno de los primeros lugares que contó con electricidad en Colombia, por lo que la importancia histórica de la lámpara original, es fundamental, ya que fue de las primeras que funcionaron de manera eléctrica en el país. Una planta de vapor que estaba dispuesta bajo del Teatro generaba la electricidad que recibía el lugar evitando que la gente recibiera chorro de cera, problema con el que contaban muchos teatros en esa época por no contar con luz eléctrica.
El Primer mural que se realizó en un edificio público reposa en el Teatro Colón, realizado por el gran muralista colombiano, Ignacio Gómez Jaramillo. “La invitación a la danza” podría haber sido un mural muy atrevido para el momento y por ello fue cubierto con cal, hasta ser descubierto y restaurado por estudiantes de la Universidad Nacional en 1959.
El Teatro Colón cuenta con una sala llamada Víctor Mallarino en honor a este gran actor colombiano que como Consuelo Luzardo, Carlos Muñoz y muchos otros se formaron en las tablas de este histórico lugar artístico, para Bogotá, Colombia y el mundo.
En pleno desarrollo se encuentran las obras de la parte trasera del Teatro, que contarà con auditorios y salas de exposición entre otros.