Es necesario priorizar un reencuentro con el yo interior, para lograr una mejor versión de ti mismo despertando tu ser esencial desde el lenguaje del corazón, permitiendo despojarse del dolor, el apego o frustración causada al reprimir una plena autorrealización.
Armando Martí
LIFE COACH
El hombre es un ser social por naturaleza que desde la infancia construye lazos de hermandad con sus semejantes, ya sea en la familia, el colegio, el trabajo o las relaciones amorosas, es una constante que no se puede obviar, teniendo en cuenta que una de las premisas del ser humano en el mundo es el de «servir» al otro.
Pero junto con el desarrollo de estas relaciones se debe ir formando la individualidad del ser, aquello que nos hace diferentes y que en muchos casos se ve condicionada a la realización del otro, ya que no es fácil tomar distancia del impulso que nos lleva a querer controlar el comportamiento, los problemas y libre crecimiento de los demás. Caer en el error de habitar en las vidas ajenas trae como consecuencia la distorsión de mi autoconocimiento.
No quiere decir esto que debemos ser completamente indiferentes ante el dolor y ocultar la compasión o preocupación hacia nuestros seres queridos, por el contrario, si el vínculo entre dos o más está fundamentado en el amor, no debe coartar la libertad de aprendizaje a través de la experiencia de mi semejante y el propio. ¿Cómo puedo ocuparme de los dilemas de los demás si aún no encuentro solución a los míos?, ¿es posible llegar amar más allá de una ansiosa necesidad?, ¿establezco la perfección como medio de control y autoprotección? Estas preguntas surgen como reflexión al abandono que hacemos inconscientemente del «yo» para entregarnos enteramente a al otro y a los demás.
En estado de codependencia la persona crea un ambiente de falsa seguridad al encontrarse supeditado a la pérdida del otro en cualquier momento, es difícil crear una autoestima aislada de la idealización y carencia de querer ser amado o aceptado. El miedo es la característica predominante en este tipo de personas, que le temen a la separación y la soledad.
Tratando de evitar toda clase de abandono el codependiente influye de tal manera que busca ser indispensable, creando la necesidad de su presencia en el otro. Este comportamiento genera en su personalidad conductas de total complacencia, se esmeran por ser buenos, son permisivos y les es difícil sentir el derecho de exigir o reclamar, pues enmascaran su obsesión o adicción en un amor nocivo. El proceder de esta manera puede llevar a la persona a un sometimiento masoquista en donde no valora sus sentimientos y se niega a si mismo.
Es necesario priorizar un reencuentro con el yo interior, para lograr una mejor versión de ti mismo despertando tu ser esencial desde el lenguaje del corazón, permitiendo despojarse del dolor, el apego o frustración causada al reprimir una plena autorrealización. El camino a seguir es el de superar el miedo y la ansiedad que produce el descubrirte a ti mismo.