«Para mí, la incorruptibilidad del Beato Carlo Acutis, es un llamado a los jóvenes para vivir la sobriedad y el llamado de Dios»: Hernán Alejandro Olano García.
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Hernán Alejandro Olano García
Vaticanista.
La incorruptibilidad es la propiedad de un cadáver de no descomponerse después de la muerte, a pesar de no haber sido embalsamado o preservado de alguna forma; también significa que está sin corromperse, lo cual es distinto a la momificación, que también ha ocurrido con cadáveres de santos, que conservan la piel convertida en un cuero y buena parte de los rasgos externos.
Aunque se puede considerar que es una intervención divina, en la iglesia católica sólo se recuerdan pocos casos en los cuales el cuerpo de un santo está en condición de incorruptibilidad, e incluso, generando emanación de olores florales o agradables.
Sin embargo, uno no se convierte en santo porque su cuerpo se haya mantenido incorrupto. Lo que la iglesia estudia es cómo esa persona vivió la heroicidad de las virtudes.
En «Il miracolo dei corpi incorrotti» (El milagro de los cuerpo incorruptos), Giuseppe Fallica (ediciones Segno), presenta argumentos claros y precisos para desmontar las tesis de los escépticos acerca de la incorruptibilidad, pues muchos creen incluso que el cuerpo se ha debido exponer a radiación; que el santo tenía una dieta ascética; que los guardianes del cuerpo cometieron un fraude y lo cambiaron por un cadáver más reciente; o que se les había olvidado registrar un embalsamamiento.
Las causas de la incorruptibilidad han estado siembre en disputa, particularmente con dos opciones:
- A – el argumento de que la religiosidad del individuo penetra la carne (una causa metafísica con un efecto físico.)
- B – el argumento de que se trata de una causa física o ambiental (cualidades químicas del lugar de entierro, alimentación del individuo, humedad de la zona; etc.).
En la iglesia católica, hay un listado de varios santos cuyo cuerpo es incorrupto, como los siguientes: Santa Bernardette de Soubirous –Bernardita de Lourdes-; San Juan María Vianney –el Santo Cura de Ars-; Santa Teresa Margarita; San Vicente de Paul; San Silvano; Santa Verónica Giuliani; Santa Zita; San Juan Bosco; el Beato pío IX; San Juan XXIII y San Pío de Pietrelcina –el Padre Pío-.
Igualmente, varias partes del cuerpo de San Francisco Javier, Santa Clara de Asís, la Beata Imelda, Santa Margarita, Santa Rita de Cascia, Santa Catalina de Labouré, el argentino Fray Mamerto Esquiú, San Peregrino Laziosi y otros más.
Para mí, la incorruptibilidad del Beato Carlo Acutis, es un llamado a los jóvenes para vivir la sobriedad y el llamado de Dios, ya que, mientras algunos se desgastan en vicios y malas costumbres, éste joven se desgastó en vida frente a un computador y, por eso, debería ser conocido también como el santo de la pandemia laboral a la cual nos trajo el coronavirus en 2020. Para los demás mortales, aplica la cita bíblica: pulvis es et in pulvem reverteris. Polvo eres y en polvo te convertirás.