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NOTA EDITORIAL: DIPLOMACIA ANTE TODO

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Diplomacia ante todo

 

Colombia vive momentos difíciles a raíz del fallo de la Corte Internacional de Justicia, que le entrega una porción de mar aproximada a 75 mil kilómetros cuadrados, a Nicaragua.

 

El fallo emitido por el máximo tribunal internacional es de obligatorio cumplimiento por cuanto Colombia hacia parte del tratado y, por lo tanto, su obligación es  el acatamiento; más cuando tuvo la oportunidad de presentar argumentos que, según conocedores de la materia, se allegaron  de manera deficiente; además, se cometieron crasos errores.

 

Ahora, en forma simplista, el Gobierno, cuyo presidente piensa más en la actividad política que en la diplomática, ha indicado que es inaplicable el fallo, pese a que  todos sabemos que es de obligatorio cumplimiento. Más temprano que tarde el Gobierno terminará aceptándolo.

 

Colombia debe ser un país serio, debe asumir posiciones firmes como la de aceptar o no aceptar el fallo de La Haya, pero no argumentar que no es aplicable, figura que no existe en esta clase de conflictos.

 

Y mientras se pierde valioso tiempo nuestros vecinos nicaragüenses, que sí están bien asesorados, además de manejar la diplomacia como su aliada, nos dan una gran lección. ¿Hasta cuándo Colombia preferirá manejar los intereses particulares por encima de los generales?

 

Es hora de que en el país se haga un juicio de responsabilidades a los Gobiernos y funcionarios que, por sus acciones u omisiones, son los únicos culpables de ese desastre. Basta ya de tapar los errores y la ineficiencia. Los culpables deben ser castigados con el peso de la ley.

 

Ahora ya no se puede llorar sobre la leche derramada, sino recomponer el camino, que, según los conocedores del tema, debe ser diplomático, buscar acuerdos con los vecinos que nos permitan vivir y dejar vivir en paz.

 

Nada gana Colombia con lanzar gritos de guerra y «mostrar los dientes» a los nicaragüenses. Es hora de tomar decisiones, como negociar con el estilo de un pueblo civilizado. No hay que permitir que esta disputa sea utilizada en Colombia para favorecer los intereses políticos, los cuales se mueven en vísperas electorales.

 

Le llegó el turno a la gente capaz en el tema internacional, el Gobierno debe apoyarse en la academia, que tiene internacionalistas de primer orden, no en políticos burócratas, que nos han llevado a este estado lamentable en el orden internacional.

 

Colombia merece un tratamiento digno, pero para ello también debemos tratar a nuestros vecinos de manera digna; por ello insistimos en la diplomacia ante todo, con la cual,  seguramente, aprenderemos la lección para, en el futuro, evitar que se repita esta clase de hechos que se registran en nuestra historia desde hace varios siglos.