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NOTA EDITORIAL: VERGÜENZA INTERNACIONAL

Editorial PRIMICIAVergüenza internacional

 

Colombia  protagoniza  sucesos  en el ámbito internacional que lo avergüenzan ante el orbe. Los hechos repetitivos nos han puesto  como parias ante los humanos del resto del mundo.

Varios embajadores, en su mayoría exgenerales de las Fuerzas Armadas, son sindicados en el extranjero como responsables de crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, el Gobierno nacional en lugar de aclarar estas acusaciones los releva y los remplaza por altos mandos militares que gozan de su retiro después de tener altos cargos de mando.

Es decir, estamos condenados a repetir la historia a cada momento. De continuar estos lamentables acontecimientos llegará el día en que la comunidad internacional le cierre las puertas a Colombia y no conceda el beneplácito para representantes diplomáticos que hayan pasado por la milicia.

Los acontecimientos registrados no son hechos aislados, como siempre nos han querido hacer creer  nuestros gobernantes. Ninguno se ha tomado el  cuidado  de ordenar una investigación, o la designación de una comisión de la verdad, que se encargue de aclarar estos repudiables hechos que se produjeron  contra humildes compatriotas en desarrollo de la guerra que  desangra a Colombia.

La cancillería nunca informa sobre la negociación de beneplácitos, pero ha sucedido en repetidas ocasiones, especialmente en Europa, donde los derechos humanos ocupan un destacado lugar.

Pero, como si esto fuera poco, la imagen de Colombia se deteriora con la presencia de embajadores envueltos en escándalos sexuales, como ha sucedido con el embajador de Colombia en Rusia, Rafael Amador. Esta vez, la Cancillería se apresuró a absolver al diplomático al indicar que todo se trataba de un anónimo, versión esta que no se ha podido comprobar.

Acaso la Cancillería ¿no está en la obligación de adelantar una investigación a fondo para conocer la responsabilidad de sus funcionarios, y, en caso de comprobarla, entablar las respectivas denuncias ante la justicia? Tenemos entendido que hay decenas de estudiantes colombianos en Rusia que están dispuestos a presentar su testimonio frente al comportamiento del embajador de marras.

Colombia debe y está en la obligación de aclarar todo lo que exija la comunidad internacional, para poder hacer parte de los países decentes del mundo. Hay que erradicar la mala costumbre, que empezó a hacer carrera desde el Gobierno anterior, y que se ha mantenido ahora, en el sentido de tapar el mal comportamiento de sus representantes.

Los colombianos que habitamos este país y los compatriotas que habitan en otros  países aspiramos a tener un país con un buen nombre, entre la comunidad internacional, no un país paria; como lo están cultivando algunos delincuentes incrustados en los mandos del Estado.