Las mayorías no votan y cuando deciden no votar, están tomando la decisión de dejar que otros, las llamadas “maquinarias” políticas, decidan quienes van a resultar elegidos y, en consecuencia, durante cuatro años, van a tomar esas decisiones públicas, que queramos o no, nos van a afectar a todos.
Javier Loaiza
Nueva Política
Especial para Primicia
La más completa idiotez que puede cometer una persona es la de no votar. De hecho en Atenas, hace más de veinticinco siglos le llamaban precisamente “idiotez” a quien ponía sus intereses personales por encima de los de la ciudad. En casos como Venezuela, se vota movido por el miedo, por la rabia, ó por el interés a recibir y mantener prebendas de los gobernantes.
Todos tomamos decisiones cada día, a cada momento. Si entramos o salimos, nos sentamos junto alguien, si comemos esto o aquello, sin conversamos con tal persona o no, en fin. Todas ellas son decisiones privadas que por su naturaleza tienen preferencialmente efectos privados, es decir para mí mismo y, cuando más, para mi círculo más inmediato. La gran mayoría tienen que ver con mi vida personal, íntima, privada y mi más cercano círculo personal, familiar, privado. De otro lado, la democracia “moderna” nos ha dado un espacio para intervenir, decidir sobre lo público. Al menos nos da instrumentos para escoger aquellas personas que en nuestro nombre y representación van a tomar decisiones “públicas”, aquellas que por su naturaleza nos afectan a todos. El reconocido economista peruano Hernando de Soto, dice que es la manera como los ciudadanos escogemos cada cuatro años a nuestros dictadores. En la sociedad moderna se impulsó el método democrático, como la manera de escoger los gobernantes y representantes en las legislaturas, que deciden las reglas de juego de la sociedad, es decir, las leyes. Al menos, esa gran conquista de la sociedad, debería ser ejercida de manera masiva, inteligente y responsable, pues casi siempre minorías aleccionadas, entrenadas e incluso pagadas, votan sistemáticamente para elegir a los mismos, a aquellos que se han apropiado de lo público para su beneficio, el de sus más inmediatos seguidores y sus patrocinadores. Las mayorías no votan y cuando deciden no votar, están tomando la decisión de dejar que otros, las llamadas “maquinarias” políticas, decidan quienes van a resultar elegidos y, en consecuencia, durante cuatro años, van a tomar esas decisiones públicas, que queramos o no, nos van a afectar a todos. Así pues, la sola idea de dudar votar o no votar, es un acto de idiotez mayúscula, pues al considerar esa duda, se está tomando decidiendo de antemano que las cosas sigan como van. Y luego, si votas por los mismos de siempre, por aquellos con probadas conductas incompetentes, abusivas, autocráticas y corruptas, ya sabrás de antemano el resultado. Bien decía Einstein que la locura es pretender resultados diferentes haciendo las cosas de la misma manera. Es un no tanto un deber ciudadano, es un acto de responsabilidad con uno mismo, con su familia, con su entorno, inscribir su cédula, votar, votar bien, votar responsablemente. Y luego, exigir resultados a los elegidos, controlarlos socialmente, vigilarlos, pues como afirmara el intelectual y expresidente Checo, Vaclav Havel, es muy tenue y casi imperceptible la línea divisoria entre tomar una decisión que beneficie a la sociedad o a su propio interés. |
Votar o no votar le corresponde a cada ciudadano y no los idiotas que digan lo contrario
Quien no ejerce el derecho al voto, no quiere un cambio, desea que decidan por el, y si vota por un corrupto el también sera afectado aunque no lo crea. total la desicion esta en nuestras manos y no en la de otros.