SE FUE LA VIDA

Reinel Gutiérrez

Especial para Primicia

Un titular así me hubiera gustado tenerlo como de mi autoría, para hacer referencia a la muerte de 33  niños en el  norte de Colombia, pero fue la expresión de una madre de familia que estaba en el sitio de los acontecimientos.

Esos pequeños seres que corrían, jugaban, reían, cantaban, y respiraban vida, hoy están incinerados. Tal vez esa habría podido ser la noticia de mayor peso que haría reflexionar a Colombia,  para que entrara en duelo y por lo menos aplazara  el espectáculo grotesco y electorero vigente. Pero no es así, porque en el pensamiento de la gente bailan nombres como 0scar Iván, Uribe, Santos y otros. ¿No sería que estos niños murieron porque no les convenía  soportar un panorama incierto en Colombia?.

Tal vez se salvaron de la continuación de la guerra, del calentamiento global, de la escasez de  agua, o de la falta de alimentos.  Y vale la pena también enfocar el fanatismo religioso, que a veces no pasa de ser eso, y cabe la pregunta, ¿ en dónde estaba el Espíritu Santo que no protegió a estas inocentes  criaturas? Los niños están en peligro, y cada día en los basureros públicos o en las afueras de la ciudad, se encuentran bebés recién nacidos que sus santas madres los botaron. Este es el fatídico marco para colocarle a una cacareada paz, imposible de implantar en medio de odios, discriminaciones, salvaje explotación y violencia.

En este concierto de insultos políticos, corrupción, explosiones, atentados, muertes en la calle, los colombianos se alistan para las emociones que produce el campeonato mundial de fútbol.  Definitivamente es cierto lo que dijo un popular filósofo  y pensador «El muerto al hoyo y el vivo al baile»: