Colombia vuelve a la realidad después de pasar por una larga campaña presidencial y de participar en un Mundial de fútbol, donde nuestra Selección nos hizo soñar. Pero despertamos con la pesadilla de una mafia llamada la FIFA, que se impone por encima del deporte y de sus mejores exponentes.
Hoy, los colombianos volvemos a afrontar los múltiples problemas, que son una realidad y que, seguramente, no serán solucionados por los políticos que nos prometieron esta y la otra vida mientras eran elegidos. Seguramente no volveremos a saber más de ellos hasta las próximas elecciones, cuando vengan cargados, nuevamente, de promesas.
Los problemas de salud, educación, vivienda, entre otros, se reactivarán, y volverán las protestas como forma de presión para lograr algunas que otras soluciones. La pesadilla continuará, mientras todos volvemos a la realidad después de vivir una ilusión deportiva que nos hizo olvidar por completo de cada uno de los problemas latentes.
Colombia prepara la llegada de un nuevo Congreso, compuesto por la mayoría de los políticos que se han apropiado de las curules, como se han apropiado de las tierras más productivas del país como consecuencia de la violencia ejercida por agentes extraños, especialmente de la ultraderecha, con su brazo armado el paramilitarismo.
Ahora avanza a paso firme la solicitud de muchos colombianos para la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que permita buscar los mecanismos necesarios para una paz duradera, y realizar una serie de reformas que son de urgente aplicación.
La tarea es ardua pero necesaria, por cuanto la Constitución del 91 había realizado una serie de reformas que fueron desmotadas por un Congreso cuyas mayorías ilegítimas y conformadas por las mafias ultraderechistas del paramilitarismo, se aposentaron allí para actuar a sus anchas. Por eso es necesaria la Asamblea Nacional Constituyente, para evitar que las fuerzas oscuras sigan haciendo de las suyas en contra de los más vulnerables.
Colombia ha demostrado al mundo su grandeza en todos los aspectos. Ahora la tarea inmediata es consolidar, de una vez por todas, la reconciliación nacional para parar la guerra fratricida que desarrollamos desde hace más de 50 años.
Colombia, si logra superar el conflicto interno, tendría un excelente porvenir en todos los aspectos, y, seguramente, transitaría por los caminos del progreso y el desarrollo.
Es urgente que todos los colombianos participemos activamente en nuestro cambio, para que se fortalezca el país, y para que logremos para siempre expulsar las mafias que se ha tomado las instituciones y convertido nuestro Estado en un «paraíso de la corrupción». Es hora de cambiar totalmente y volver a la realidad con los pies en la Tierra.