Quien queda mal eres tú, exclusivamente tú; y eso ¡también es perder algo de ti! Es preferible que borres esos mensajes que te sacan de casillas, antes que dejarte tentar por el ímpetu de agredir por escrito. Eso te delata como poco inteligente.
JAIRO CALA OTERO
El uso mundial de Internet, particularmente de los correos electrónicos, ha generado diversas anomalías. Algunas tocan el ángulo cercano de las personas, casi su intimidad.
Hay desorden en las comunicaciones que por la red se mueven, y no parece fácil la adopción de un mecanismo eficaz por parte de servidores de Internet para regular ese flujo de correos. Corresponde, entonces, a cada cibernauta la adopción de sus propias estrategias para enfocar su comunicación personal por las autopistas del ciberespacio.
Sin pretender que sea norma irrestricta, ni mucho menos una imposición (pretensión ilusa, además, por imposible), aporto las siguientes sugerencias a manera de decálogo para hacer uso de las comunicaciones virtuales. Pudiera ser que en algo ayuden a frenar tan frenético caos:
- No controviertas inútilmente: Si te llegan mensajes con cuyo contenido tú no estás de acuerdo, no te precipites a contestar con frases agresivas; ni a insultar al remitente, pues, generalmente, este apenas ha hecho un reenvío, no es el autor del escrito. Y si el mensaje es original, no hay razón para que tú manifiestes que eres intolerante, grosero o patán; ni que no eres capaz de disentir, sin apelar a la violencia con las palabras.
Quien queda mal eres tú, exclusivamente tú; y eso ¡también es perder algo de ti! Es preferible que borres esos mensajes que te sacan de casillas, antes que dejarte tentar por el ímpetu de agredir por escrito. Eso te delata como poco inteligente.
- Si leíste, pero no vas a contestar inmediatamente, vuelve a marcar como no leído: El 80 % de los mensajes personalizados no reciben contestación porque los administradores de las cuentas electrónicas tienen una inapropiada manía: leen, cierran y abren otro mensaje. Al final, de tanto poner la mente a «saltar» entre varios documentos, se olvidan de dar respuesta a aquellos mensajes que la necesitan. Pasan, pues, por descorteses o faltos de condescendencia con quienes les han escrito, por esa indisciplina de abrir, leer y cerrar los correos. Consejo: si no vas a contestar de inmediato, por alguna razón exclusivamente tuya, marca el mensaje como si no lo hubieses leído; de esa forma, la próxima vez que explores tu cuenta electrónica, recordarás que no lo has contestado. Es fácil ser ordenado para no quedar mal ante tus corresponsales.
- Usa una contestación automática, si no tienes disposición para contestar: Como el fenómeno de no contestar es mayoritario usa, al menos, una respuesta automática para los mensajes que ingresan a tu computadora. Tu página de correo tiene una herramienta que te facilita apelar a tal instrumento de comunicación automática. Con ello, cuando menos, tu corresponsal se da por enterado de que tú recibiste su mensaje. Y, en lo posible, contéstalo más tarde. ¡Sé cordial!
- Escribe formalmente, como si lo hicieses en papel: Erróneamente se ha extendido la creencia de que los mensajes por correo electrónico deben estar desprovistos de formalismo y corrección. Como la forma de escritura nos delata (revela el carácter o el perfil personal que tenemos), es aconsejable escribir al derecho: saludar, usar las reglas sociales conocidas, respetar al lector del mensaje, respetar la normativa ortográfica, redactar claramente, usar los signos de puntuación, ser circunspecto y despedirse cortésmente.
Internet no es un apéndice del basurero municipal, por lo tanto, por allí ha de circular ¡limpieza en la escritura y en las ideas!
- Ayuda a descontaminar la red, borra los correos «basura»: Se estima que el 70 % de lo que circula por Internet puede clasificarse como «basura cibernética». Aprender a aguzar la mente para identificar tales correos es una premisa irrenunciable. Obviamente, no se trata de desconfiar de todos los correos; ahí podrían «caer» los de tus amigos, familiares, compañeros y relacionados. Descontamina la red, borra correos con «cadenas milagrosas», alertas sobre quiénes te eliminaron de la mensajería instantánea, notificaciones de bancos (donde ¡ni cuenta tienes!), anuncios de llamadas sorprendentes, notificación de que algún magnate está regalando su archimillonaria fortuna económica, etcétera. ¡Cuidado, son trampas de los productores de virus para hacerse a largas listas de direcciones electrónicas! Luego, las venden; o las usan para enviarte sus contaminados correos.
- Contesta los correos personalizados, respeta a quien te los manda: Por elemental cortesía contesta aquellos mensajes que solo están dirigidos a ti. Considera al remitente, piensa en el tiempo que tal persona ha dedicado para escribirte, valora el aprecio y cariño que te demuestra con ese detalle de escribirte. Ponte en sus zapatos. ¿A ti te gustaría que esa persona tampoco te contestara algún mensaje urgente que le enviaras? Si no te gustaría, no le hagas a ella lo que no te agrada a ti. Es un consejo milenario, pero está todavía sin aprender y practicar.
- Si no te gusta algún mensaje, manifiéstalo culta y pacíficamente: Es inútil la agresividad de palabra, solo deja descomposición del estado de ánimo, y, posiblemente, enfrentamientos personales. No te rebajes, ni te agites por tonterías. En esos casos, desestima ese mensaje que no te agradó: bórralo de tus archivos, sencillamente. ¿Qué ganas con enfrentarte por la red con quien te lo envió? Nada, como no sea una pésima imagen personal, o una mayor dosis de agresividad y ataques contra tu dignidad.
Si guardas silencio, te comportarás como todo un ser prudente; por tanto, inteligente y admirable. Lo contrario ya sabes a qué clasificación corresponde.
- No abuses de la confianza de tu interlocutor, respétalo: Por más confianza que te brinde alguna persona con quien cruzas mensajes por la red, no abuses de su benevolencia. Si ella presta algún servicio, o es docta en alguna materia de la que tú necesitas apoyo para algún fin personal, pregúntale por el valor monetario de su trabajo y págaselo. Es incivilizado ordenar misiones laborales acogiéndose a la confianza otorgada, esperando que te resulten gratis. Aquella persona también ─como tú─ trabaja para ganar dinero para su sustento y el de su familia. Recuerda a Jesucristo: «Hazle a los demás lo que tú quieres que te hagan a ti».
- No pierdas el derecho a disentir, pero tampoco pierdas la cordura: Si un mensaje te incomodara, o no estuvieses de acuerdo con el pensamiento o la opinión de quien te lo envía, no pierdas la calma. Tienes derecho a disentir, por supuesto que sí; no tienes que renunciar a ese derecho. Pero no tienes por qué perder la calma, la cordura y los buenos modales; ni a demostrar que el racionamiento no cuenta para ti, y que a cambio, prefieres la verbosidad y el gamberrismo. Si no tienes facultad para controlar tus impulsos, desiste de escribir aquello de lo que tengas que arrepentirte después. Recuerda que así como el planeta Tierra da muchas vueltas, ¡la vida también!
- No demuestres amargura ni incivilidad: Que algunos temas a ti no te gusten no significa que al resto de la población de la Tierra tampoco les gusten. Tu computadora está dotada con dispositivos que te permiten hacer múltiples operaciones. Seguramente, por tu enardecimiento te has olvidado de usar la opción «eliminar» (o borrar), existente en todas las páginas de correo electrónico. ¡Úsala en vez de trabar peleas que a nada bueno conducen! ¿Para qué te descompones interiormente ensoberbeciéndote al escribir mensajes agresivos, o que desnudan tu poco tino para solventar un asunto tan baladí como ese?
- No escribas correos ni sostengas conversaciones usando solo mayúsculas: Enviar mensajes por correo, o sostener conversaciones que contengan solamente palabras en mayúsculas no es recomendable. Eso significa que tú estás gritando al destinatario de tu mensaje. Habla (escribe) en tono bajo. A menos que quieras pasar como persona de carácter alterado a todo momento, escribe en minúsculas.
- Sé indulgente con los errores ajenos: Como nadie es perfecto, y quien pose de serlo es un «perfecto» equivocado, sé indulgente con quienes se equivocan al transmitir algún mensaje, dar alguna opinión o criticar algún suceso. ¿Qué sabes tú acerca del estado de ánimo en que se encontraba aquella persona en aquel momento? Entonces, no te lances con «espada» sobre ella para destrozarla emocionalmente. Más bien, demuestra que eres capaz de ser humanitario, ayúdala con orientación; usa para ello palabras amables y amigables.
Si un mensaje te incomodara, o no estuvieses de acuerdo con el pensamiento o la opinión de quien te lo envía, no pierdas la calma. Tienes derecho a disentir, por supuesto que sí; no tienes que renunciar a ese derecho. Pero no tienes por qué perder la calma, la cordura y los buenos modales; ni a demostrar que el racionamiento no cuenta para ti, y que a cambio, prefieres la verbosidad y el gamberrismo