Somos capaces de amar y de odiar al mismo tiempo. Mañana, con la amargura de la derrota, seguramente olvidemos el glorioso triunfo ante Brasil.
John Tenorio
Palmira
Primicia Diario
Que Colombia es un país de contrastes y superlativos, lo demuestra el sufrido triunfo de la Selección Colombia 1-0, frente a la de Brasil, en la Copa América, Chile 2015. Por segunda vez en un torneo oficial de la Fifa, logramos ganarle a los pentacampeones del mundo. Y digo lo de contrastes, porque hasta antes de iniciarse el partido contra Brasil, nadie daba un peso por Colombia. Era como si el escepticismo hubiera invadido todo el país.
Al parecer, la catástrofe estaba por llegar. Y todo, porque ya se había perdido el partido inicial del torneo, frente a Venezuela. Pero con el triunfo de 1-0 ante los que no saben perder, a costa de los brasileros, nos volvió el alma cuerpo. Y demostramos que cuando la Selección quiere, Colombia puede. Así somos los colombianos, parecemos perder la fe con el menor incidente.
Derrotamos la paz, con el triunfo de la guerra. Somos capaces de superar los más fuertes y tenaces obstáculos, pero nos estamos dejando vencer por una guerra sin cuenta. Colombia país de contrastes. Somos la Nación que se estremece porque un colombiano perdió a su perrita en Buenos Aires, Argentina, pero envenenamos perros a diestra y siniestra en los parques públicos, porque hacen popó sin que su dueño recoja la deposición. ¡Qué cagada! Colombia, país de superlativos.
Nos escandalizamos porque algunos niños trabajan con el permiso de sus padres para que aprendan a valorar el dinero, pero masacramos a cuatro menores en el Caquetá. ¡Y no pasa nada! Somos capaces de amar y de odiar al mismo tiempo. Mañana, con la amargura de la derrota, seguramente olvidemos el glorioso triunfo ante Brasil. Esta es Colombia y así como los 11 jugadores de la tricolor se pusieron la camiseta por la Selección, nosotros nos la debemos poner por el país.
¡Nos pillamos,