Deportes, TOP

BALÓN GLOBAL

el mundoLa “pelota” tiene su historia singular: hecha de papeles o trapos se le dio forma esférica para propiciar un juego más o menos estable, en este deporte que atrae multitudes globales como ninguno otro.

 

gerney123

 

 

 

 

 

Gerney Ríos González

Primicia Diario

Ningún sociólogo ha podido determinar cuáles son los ingredientes de seducción que tiene la “pelota” con la cual se juega el futbol. Las multitudes la ven rodar sobre las gramas modernas en todo el mundo, lo mismo que ayer la apreciaron sobre los potreros los escasos “hinchas” de uno y otro bando; captaron el repetido espectáculo de once hombres contra once, sus rivales, precedidos por un silbato improvisado en esos tiempos lejanos. También las calles de los pueblos fueron escenarios de esos encuentros que llamaron la muy escasa atención de improvisados aficionados al balompié.

La “pelota” tiene su historia singular: hecha de papeles o trapos se le dio forma esférica para propiciar un juego más o menos estable, en este deporte que atrae multitudes globales como ninguno otro. Está lejana la fecha cuando se inventó la “bomba” interior de caucho a la cual se le insuflaba aire.; estaba forrada en cuero para su forma redonda tan apetecida por los jugadores.

El arte de fabricar “balones” tiene en el presente toda la tecnología de punta y hecho curioso, pocas veces los narradores de partidos se refieren al balón sino a “la pelota” que entra al arco, que se desborda a los límites convencionales del rectángulo, que éste es el estadio; para el siglo XXI, los más sofisticados en ciudades capitales del mundo y teatro de hazañas memorables para “cuadros” futboleros de primera magnitud.

Cualquier encuentro tiene su objetivo: es el gol. Sin él, la fiesta puede ser un chasco para los aficionados. Es la meta, la ilusión del deportista. Aquí está el milagro de su fama, que se le recuerde en la historia de los encuentros mundiales famosos. Bien nutrida está con los nombres de verdaderos craks que llenaron de gloria estadios universales en los cinco continentes.

Es bien claro que el gol distingue el jugador de sus restantes compañeros y si repite su hazaña en otros encuentros, se eleva a la admiración de un público que siempre crece como espuma; hoy más cuando las reglamentaciones técnicas que perfeccionan a milímetro la práctica del futbol, hacen difícil la marcación de “un tanto”, sinónimo de triunfo frente a la  coordinación que exhiben los jugadores, tan cotizados en el favoritismo de los millones de espectadores en el mercado financiero, en el fabuloso teatro del deporte, “industria” sin antecedentes que mueve, no pesos, sino euros y dólares en asombrosas cantidades.

Los sociólogos estiman que en el juego, el deportista no solo depende de sus virtudes espirituales y sus energías físicas sino que es un todo integrante de su equipo; requiere de la colaboración de sus compañeros en la cancha para enfrentar a sus rivales y llegar felizmente a la concreción del gol, máxima expresión de la lucha sobre el gramado. Las habilidades de todos y cada uno en el “onceno”, las tretas que se hacen con los pies, la gambeta, el “quiebre” de cintura, la utilización de la cabeza para dominar la pelota, la velocidad y el “aguante” físico, se han modernizado hasta el máximo cuando se sigue explorando en nuevas tácticas, prohibiciones, mandatos, coordenadas que exigen los rectores del futbol.

El “deporte pase” se abre campo en las contiendas internacionales; ya no es en la gambeta personal, que en el pasado proyectaba al jugador contra el arco contrario para marcar su gol; hoy la colaboración, el “cooperativismo” entre sus compañeros es la norma en los equipos más tecnificados de la actualidad. Las jugadas de “laboratorio” también están a la orden del día, cuando de sorprender a los rivales se trata, “tiros libres”, de esquina y otras modalidades del balompié.

Pero en un juego de rapidez, fortaleza, “aguante”, que precisa de excelente estado físico, no pueden faltar las individualidades con su “quiebre de cintura” o el “toque milimétrico”. El sociólogo observa la inquietud del público parcializado de tal o cual equipo, cuando el futbolista, por ese afán de sobresalir o conquistar para si el gol del triunfo, ignora a sus compañeros y no “hace el pase” del esférico y burla las expectativas del “respetable”. También la ciencia que estudia al homo sapiens sapiens o ser humano en sus relaciones con los otros, actúa en este caso con marcado malestar.

baloEl “deporte pase” se abre campo en las contiendas internacionales; ya no es en la gambeta personal, que en el pasado proyectaba al jugador contra el arco contrario para marcar su gol; hoy la colaboración, el “cooperativismo” entre sus compañeros es la norma en los equipos más tecnificados de la aactualidad