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Deportistas colombianos: APÓSTOLES DE LA PAZ

gaviria2Para nadie es un misterio que el deporte de multitudes se desarrolla en dos escenarios diferentes, la de los atletas y la de los aficionados, que se emocionan y se acongojan con historias de vibrantes victorias y se desencantan con las pruebas de dopajes, estafas y robos en nombre del sagrado deporte que es, y tiene que continuar siendo sinónimo de inmaculado para poder seguir creyendo en algo.

 

Gerney Ríos González

Primicia Diario

 

 

«De los Alpes a Los Andes», de Edmundo De Amicis, llenó de frescos ensueños nuestras mentes infantiles en los años pretéritos e inolvidables de la galaxia gutenbergiana en plena vigencia hoy, trasladada al cuarto de San Alejo, sin compasión ni piedad. Se trataba de la historia contenida en «Corazón” cuando la pobre y hambrienta Europa encontró consuelo y comida en nuestros suelos, tanta que se convirtieron en los patrones, dueños y señores del territorio patrio hasta donde la mirada sucumbía.

Por estos días la historia ha sido al revés: desde «Los Andes a los Alpes», nuestros ciclistas están dando muestras de coraje, entrega y sacrificio fraguados en un medio hostil como es el nuestro, por desgracia, para demostrarle al mundo que, como en el libro benemérito, lo que más importa es tener el Corazón de Amicis que significa amigos.

Para nadie es un misterio que el deporte de multitudes se desarrolla en dos escenarios diferentes, la de los atletas y la de los aficionados, que se emocionan y se acongojan con historias de vibrantes victorias y se desencantan con las pruebas de dopajes, estafas y robos en nombre del sagrado deporte que es, y tiene que continuar siendo sinónimo de inmaculado para poder seguir creyendo en algo. Verbigracia, la vida del filósofo ciclista Martín Emilio «Cochise» Rodríguez o la del gran boxeador Rodrigo «Rocky» Valdés, que acompañan a nuestras reinas Mariana Pajón, Catherine Ibargüen, María Isabel Urrutia, Ximena Restrepo y María Luisa Calle.

Por fortuna los casos aberrantes de trampas deportivas son escasos si los comparamos con la millonaria ocurrencia de torneos las 24 horas del día en los cuatro puntos cardinales del mundanal ruido.

Nos imaginamos que de tales ovejas negras sólo se librarán los caballos del polo compuestos por sus acaudalados jugadores y sus novias, nadie más. Del resto que venga el octavo presidente de la Fifa, el administrador futbolístico suizo, Joseph «Sepp» Blatter y escoja, de su caterva de «capos».
Hoy por hoy los deportes de multitudes capaces de poner en simultánea a mil millones de seres humanos al borde de las canchas y pistas gracias a la complicidad de los satélites servirán también de protagonistas de historias sórdidas debidamente comprobadas de robos, dopajes y otras bellezas abominables que mueven billones de dólares de una sola sentada en estadios y sofisticados garitos de apuestas personales y en línea.

Pero y por fortuna como si el mundo hubiera comprendido que los colombianos necesitábamos un veranito de San Juan entre tantas desdichas que agobian, nos envían este regalo del Norte para demostrar que la paz es posible cuando se trata con nobleza, no con cinismo y enredos como, al parecer, acontece cuando ambos bandos se bombardean en forma mutua mientras hablan de una paz angelical al decir del tolimense Darío Echandía Olaya, de un alto a la matanza que parece no se alcanzará jamás.

Para descanso de los espíritus nos congratulamos de nuestros deportistas dorados que de la nada se convirtieron en súper atletas con esfuerzo propio: los pesistas Ubaldina Valoyes, Leidy Solis, Rusmeris Villar, Lina Marcela Rivas, Mercedes Isabel Pérez, Habid de las Salas, Oscar Figueroa y Luis Javier Mosquera; los patinadores Hellen Montoya Ríos y Pedro Causil, en squash Miguel Ángel Rodríguez, los ciclistas Fabián Puerta, Fernando Gaviria, Juan Esteban Arango, Arles Castro y Jonathan Restrepo; el gimnasta tricampeón, Josimar Calvo, hasta la precisión en el campo en las afueras de Toronto que permitió a Colombia entrar en la historia del golf al ganar las tres primeras medallas de oro que entregaba este deporte en su debut en los juegos panamericanos con María José Uribe, Paola Moreno, Marcelo Rozo y Mateo Gómez.

Y nuestros corazones parecieran agradecernos ese descanso de los Alpes y los Pirineos cuando desde tempranas horas de la mañana disfrutamos ese fresco remanso de paz con el boyacense de oro Nairo Quintana Rojas y su Movistar, pedaleando sueños que viene conquistando la admiración del mundo por sus triunfos y hazañas en el Tour de Francia, Giro de Italia, y Vuelta España, países que invierten miles de millones de euros en sus deportistas.

Por todo eso y mucho más resulta grato, tonificante y reparador para un pueblo castigado por la violencia fratricida ver a los hermanos de sangre compitiendo con los mejores del mundo hasta vencerlos en franca lid varias ocasiones que nos permite reventar de legítimo orgullo patrio muy diferente a la imagen que proyectan los políticos con falsos patriotismos cínicos acudiendo al corazón de Amicis.

Su regalo a los espíritus lo tomaremos como un tributo al inconmensurable deseo de seguir viviendo a todo pulmón a pesar de quemas, atentados y bombardeos en campos y ciudades, porque la vida siempre se impondrá sobre la muerte como lo anunciara con precisión y sobriedad nuestro Premio Nobel en Estocolmo, ante un mundo emocionado y fervoroso al ver a un hombre sencillo venido de los trópicos impartiendo una lección de vida sana como hoy lo hacen en el plano deportivo.

En la historia de los juegos panamericanos en 1951, obtuvimos una presea dorada; en 1967 en Winnipeg, «Cochise» Rodríguez nos entregó la única medalla de oro, 32 años después en la misma ciudad canadiense (1999) logramos 7 áureas, en el 2011 en Guadalajara 24 y en el 2015 los galardones máximos, sobrepasan cifras que nunca el país lograra.CombinadamayoresResulta grato, tonificante y reparador para un pueblo castigado por la violencia fratricida ver a los hermanos de sangre compitiendo con los mejores del mundo hasta vencerlos en franca lid varias ocasiones que nos permite reventar de legítimo orgullo patrio muy diferente a la imagen que proyectan los políticos con falsos patriotismos cínicos acudiendo al corazón de Amicis.