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BITÁCORA DE UN VIAJE POR LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA

gerney en clasesGerney Ríos, con sus alumnos semana a semana es el encuentro académico que permite la capacitación de gente trabajadora. Foto Primicia

 

Pablo Parra S.

Escritor chileno

Especial

Primicia Diario

 Bogotá, Sábado 2:30 A.M.: Con la rigurosidad de Gerney Ríos González y la pasión de sus dos pupilos aprendices por la educación y la cultura, con cien años de experiencia y experimentos en tan poco fructíferos oficios, iniciamos esta expedición que no es la de los pendejos europeos que vinieron a robarnos los territorio patrios de nuestros antepasados y después nos explicaban porque éramos tan indios y tan brutos. Uno de los que nos bañó de “cultura” europea (nosotros arriba y ustedes abajo) fue Alexander Von Humboldt un homosexual empedernido (que por lo demás tenía derecho a serlo) pero, infortunadamente,  aquí se dedicó a elegir colaboradores entre los más boniticos, a pesar de lo cual su expedición algo dejó, pero tampoco tanto como para venerarlo como a un santo. Como un santo huevón, podría ser…

La expedición inventada por Gerney Ríos González es la nuestra, como la Colombiana,  y la comenzamos a reconstruir entre los escombros del capitalismo salvaje (redundancia) que mira desesperado para todos lados a través de sus cuatro, o diez hombres en Colombia y el mundo,  que son propietarios de todo el dinero universal, de pronto, se van a quedar sin el pan y sin el queso, porque su sistema anárquico, injusto y criminal, ya no da para más y eso lo atribuyen al clima y no a ellos que son dueños de todo y causantes directos de la hecatombe, no la que se acerca, sino que ya está entre nosotros y la vemos en estos momentos en los pastos secos, los árboles secos y las reses secas, a través de las ventanillas; pero, por fortuna en la lontananza donde se pierde la mirada, están los montes y cordilleras colombianas, sus selvas poderosas y rugientes y las cantidades de agua sana, pura y cristalina que tanto añoran los gringos y europeos que se están pudriendo en sus propias excretas mientras esperan el momento que los tsunamis los arrasen y hagan desaparecer sus principales ciudades costeras y riberanas, mientras nosotros los indios brutos podremos sobrevivir mucho más, mejor y confortablemente que ellos, siempre y cuando no nos dejemos  robar (más todavía) y/o intervenir este último bastión de la supervivencia que es la maravillosa y pletórica Indoamérica, como nos enseñó Gerney  que debe llamarse.

Pero no se crean que no se están preparando para el zarpazo.  Ya comenzó a funcionar la maquinaria que hoy está a medio vapor de la alianza político-financiera-comercial (y criminal) estatuida desde ya con bombos y platillos entre German Vargas Lleras (lo político); Carlos Sarmiento Angulo (lo financiero) y William Vélez (lo criminal).

Por lo pronto se acaban de auto otorgar – a través de Vargas Lleras, por supuesto – millones de millones en contratos de toda naturaleza en los ámbitos público y privado, con la ventaja para ellos, que primero hacen y después cobran (la firma de un interventor vale “X$” y una vez que se les paga firman con los ojos cerrados hasta su sentencia de muerte).

Con tan negros nubarrones, procedimos  a recoger a Darío Londoño. Él traía frescos en su mente los pensamientos de Huidobro, el chileno nuestro, diría Darío sin palabras, mientras comenzábamos a salir por la Bogotá madrugadora rumbo a las sinuosas lomas, valles, cordilleras y retazos de selva cunditolimense: «Ando de viaje dando un poco de mi vida a ciertos árboles y a ciertas piedras, que me han esperado muchos años

Mientras comenzábamos a salir por la Bogotá madrugadora a completar nuestra expedición, – y como diría La Chilindrina – para que vamos a decir que no si sí -. Estábamos felices de la pelota y nuestras mentes mamertas que nunca habían perdido el ¡alerta Bogotá! de…. Se  pudieron desempolvarse aún más y a todas. Había que tener paciencia para hacer uso de la palabra durante el viaje porque nadie quería soltarla – todos nos creíamos maradonas –  y, en esas, arribamos a Chaparral, luego de pagar cinco peajes.

Chaparral 6:30 A.M. .- ¡Desayuno esplendoroso! ¿Así quien se niega a trabajar? Los educandos nos esperaban muy tiesos y muy majos en el salón de clase perfectamente habilitado y con todos los instrumentos “más modernos” que la tiza y comenzamos “a conversar”.

 Darío y yo no íbamos a enseñar. Íbamos a aprender. A desentrañar el sentir de la gente que todavía se aferra a aprender y a aprehender casi que con desesperación para saber cuál era la razón, porqué estábamos tan jodidos, ellos y nosotros por igual, cada uno en sus ámbitos; y que quizás lo que nosotros habíamos acumulado en la vida, de pronto era la luz al final del túnel que ya se nos estaba haciendo demasiado extenso y … cataplum, chin, chin, nos conectamos y aumentamos nuestra felicidad inicial en otros 27 grados centígrados de calor fraternal de lado y lado. ¡Ya teníamos la solución porque empezábamos a comprender lo que nos faltaba!

Dilucidamos juntos que una cosa es cultura y otra cosa es educación. Y que van de la mano. Y que no se puede desarrollar la una sin la otra, como los brazos del ser humano, sus manos y sus dedos. Así es que nos pusimos de acuerdo que nosotros lo guiaríamos (por la cultura ya que esta no se enseña sino que se absorbe con los 25 sentidos que tenemos cuando hacemos el amor, por ejemplo). Dicho y hecho.  Los tres expedicionarios ya teníamos los programas en nuestros cerebros que se congratulaban y decían ¡por fin se despertaron estas neuronas!  Y continuamos trabajando en eso con una felicidad inconmensurable y no sólo por el miedo que le tenemos a Gerney cuando frunce el ceño.

Darío, el súper académico formado en Colombia y en uropas (como dicen en Chile), ex ministro, ex director de vías, medio ambiente y cuanta cosa fuera en beneficio del país. Y teniendo en cuenta que después de ese raid Darío salió más pobre de lo que era cuando entró en tan magnífica carrera, mientras los otros pares de él en lo social y en lo universitario robaban a 20 manos apoderándose de todo, hasta de la plata de los muertos de Armero como Pedro Gómez Barrero y sus sucesores, tal como lo es el trío vergonzoso que recién describimos.

Nuestros amigos del alma – como Neruda un día – a quienes recién conocíamos pero parecía que los hubiéramos conocido toda la vida, nos abrazaban, se tomaban fotos con nosotros, hasta besos de muchas lindas nos cayeron, y un tinto delicioso y orgulloso de la región. Estábamos muy bien cuando nuestro jefe nos regresó abruptamente a la realidad:

–         “Embarcar –proclamó Gerney – que aquí no vinimos a pasear”.

Y nosotros, sumisos, nos subimos en el súper carro, Gerney puesto a punto como si fuera competir en Indianápolis  para llegar a nuestra próxima parada, mientras Darío en un momento de íntima meditación repasaba otra vez a Huidobro y comenzaba a urdir el maquiavélico plan de enviarme a mi correo lo más pronto posible, una crónica de la vapuleada, prostituida, decadente y horrorosa cultura y educación  chilena actual: “Viajo a Antofagasta a una tertulia sobre libros. «¿Vas a Antofagasta a hablar de libros?», me pregunta un amigo con un dejo de ironía, y me dice a renglón seguido: «Esa ciudad es como la Dubái chilena: desierto, edificios levantados sin dios ni ley en el borde costero, dinero fácil, mineros que no saben en qué gastarse la plata y andan luciendo sus autos último modelo. Esa ciudad tiene el Producto Interno Bruto de Suiza y me parece que ya no hay librerías. No sé si sea el lugar adecuado para hablar de libros», concluye.

Lo escucho con beneficio de inventario. En primer lugar, porque lo que me describe no es muy distinto a lo que ocurre en el resto de nuestro país. Además, desconfío de las caricaturas que puedan hacerse de personas o ciudades y siempre creo que toda ciudad, hasta la más anodina, tiene su secreto. Por algo Raúl Ruiz escogió a Antofagasta como la locación de su última película, «La noche de enfrente». ¿Por qué Ruiz escogió a Antofagasta y no a Valparaíso o Punta Arenas para rodar su nostálgico e irónico testamento fílmico?”

dario-y-gerneyGerney Ríos González, alumna y Darío Londoño Gómez.

gerney y palomaEn su paso por Flandes, Gerney Ríos hizo entrega de su ultimo libro a la senadora Paloma Valencia Hinestrosa. Foto Primicia Diario