«Durante mis años de adolescencia y juventud nace como un anhelo de tener respuestas a los grandes problemas que afrontamos como humanidad, lo cual requería dar respuesta previamente a una pregunta fundamental: ¿de dónde venimos y a dónde vamos?»
Jorge Consuegra
Especial
Primicia Diario
– ¿Cómo nace su interés en profundizar en temas como el crecimiento personal y la espiritualidad?
– Durante mis años de adolescencia y juventud nace como un anhelo de tener respuestas a los grandes problemas que afrontamos como humanidad, lo cual requería dar respuesta previamente a una pregunta fundamental: ¿de dónde venimos y a dónde vamos?
– ¿Por qué los hombres viven tan separados de la espiritualidad?
– Por la falta de perspectiva que tenemos respecto a la existencia. Nacemos en este mundo y nos habituamos muy deprisa a él, y enseguida creemos que es todo lo que existe. Sin embargo, ¿sabe qué?, cuando tenemos un sueño por la noche enseguida nos habituamos a él también; damos por supuesto todo lo que ahí acontece. Sin embargo, al despertar lo descartamos sin problemas como el sueño que fue. Sería recomendable que viviésemos más conscientes de la temporalidad de la vida y de que los estados internos que generamos nos los llevamos al más allá. Así daríamos total prioridad a lo que nos hace felices
– ¿Cómo logra el ser humano llegar a una verdadera transformación interna?
– No es el ser humano el que logra dicha transformación. Mire, con la transformación uno desmitifica su individualidad. Viene a ser como que Algo, una especie de gran Inteligencia, experimenta, comprende y realiza algo a través nuestro. Si el ego humano se apropia de ello, esa transformación queda profundamente desvirtuada. Transformarse implica rendirse lo suficiente a esa Inteligencia como para que pueda darnos la bendición de su compañía.
– ¿Por qué a las personas les agobia tanto el futuro y olvidan vivir el presente?
Enlazo con la respuesta a la segunda pregunta: porque las personas se identifican tanto con su experiencia que para ellas todo lo que les pase tiene una importancia crucial, de vida o muerte. Así pues, intentan anticipar lo que les vaya a pasar para que sea lo más alegre o lo menos doloroso posible. Si recordamos lo provisional de esta existencia y le pedimos al Poder Superior que nos proporcione los recursos que le son necesarios para experimentar a través nuestro, podemos agobiarnos menos, disfrutar más del momento y tener sorpresas agradables.
– ¿Cómo podría definir la existencia?
– En este plano, la definiría como sentirse vivo y consciente entre dos lapsos de olvido (los que nos están impidiendo ser conscientes de la vida que tenemos antes de nacer y después de morir).
– Nuevos paradigmas es el título de su más reciente libro; ¿a qué hace referencia este concepto?
– A un marco conceptual que hace posible un nuevo contrato social sobre la base de la sostenibilidad, la paz, la justicia, la unidad en la diversidad, la comunión con la naturaleza, el apoyo mutuo y la confluencia de los distintos campos de la experiencia humana para ofrecer todas las soluciones necesarias a los distintos problemas humanos, particularmente los que nos aquejan como sociedad.
– ¿Cuánto duró estructurando su nuevo libro hasta llegar al final del mismo?
– El libro contiene entrevistas realizadas a lo largo de los últimos años. A pesar de ello, son de gran actualidad, porque los personajes son pioneros y visionarios cuyo mensaje está apenas empezando a calar entre el colectivo humano. Pueden pasar incluso décadas y seguir sorprendiendo por su originalidad y vigor.
– Importantes personajes en el ámbito de los nuevos paradigmas fueron entrevistados por usted durante su paso como redactor de la revista Athanor. ¿Qué destaca en ellos sobre el mayor aporte que hacen a la sociedad actual?
– Son personajes que pertenecen a numerosas disciplinas: hay físicos, médicos, biólogos, psicólogos, periodistas de investigación…; la mayoría muy reconocidos y mediáticos. Alguno no es tan mediático, pero su labor merece ser resaltada. El aporte fundamental que hacen en conjunto es el de mostrar que la espiritualidad y la ciencia pueden ponerse de acuerdo a la hora de explicar la naturaleza de este mundo y del ser humano. Derivan de ello conclusiones fundamentales en cuanto a la forma de vivir y de organizar los asuntos humanos. Algunos de los personajes entrevistados más conocidos son Gregg Braden, Lynne McTaggart, Nassim Haramein, Drunvalo Melchizedek, Emilio Carrillo y los doctores Matthias Rath y Luz Ángela Carvajal. Luz Ángela, por cierto, es una maravillosa doctora colombiana, coorganizadora del precioso congreso de Gestores de la Nueva Conciencia, que se celebra este fin de semana en Medellín, donde participo como ponente (www.nuevaconciencia.co).
– ¿Qué tipo de público debe leer su obra?
– Todo aquel que esté abierto de mente, se haga preguntas, quiera sentirse mejor, quiera ubicarse mejor en el contexto de los tiempos, quiera un mundo mejor para el conjunto de nosotros y quiera sentirse parte de las soluciones, en cómplice hermandad con tantos miles de personas que sienten esto mismo.
– Bajo el concepto de Nuevos paradigmas, ¿cómo se desarrolla el ser humano en el ámbito de la familia y la sociedad?
– En el ámbito de la familia, haciéndose más consciente del amor que siente por sus seres queridos y permitiendo que este amor le ilumine; a su vez, los familiares son los espejos más perfectos para que uno pueda ver cosas de sí mismo, lo cual es relevante para el crecimiento personal. En el ámbito de la sociedad, el ser humano procura fomentar relaciones enriquecedoras y saludables y llevar a cabo elecciones favorecedoras de la ética y la sostenibilidad ecológica. Y actúa en sinergia con otros seres humanos para mejorar aspectos de la vida y del mundo. A partir de la premisa «todos somos uno» se comprende que la propia felicidad es indisociable de la de los demás.
– ¿Tiene en salmuera otro libro que conduzca a estos maravillosos paradigmas?
– Las entrevistas de Athanor dan sin duda para más libros, pero Dios dirá. En cuanto a la síntesis de mi bagaje, de momento la ofrezco en forma de artículos y charlas.
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