Contundente la protesta española. El gobierno con solo cuatro meses afronta una crisis de credibilidad sin precedentes.
Trabajadores españoles realizaron una huelga general en protesta contra una reforma laboral que el gobierno describió como «imparable», aunque muchos ignoraron la acción gremial por temor a perder su trabajo en el país con la mayor tasa de desempleo de la Unión Europea. Fábricas y puertos a lo largo y ancho del país estuvieron cerrados, mientras que la televisión y el transporte permanecieron interrumpidos por la paralización que además rechaza las medidas de austeridad del presidente Mariano Rajoy, elegido por mayoría abrumadora hace apenas cuatro meses.
Como es usual en estos casos, los sindicatos convocantes, UGT y CCOO, proclamaron el éxito de la huelga, mientras que el gobierno insistió en minimizar el impacto de la jornada de protesta. Según estos gremios, el paro general alcanzó un seguimiento del 77 por ciento, con una participación especialmente elevada en la industria, la construcción, el sector automotor y el transporte.
El gobierno, por su parte, aseguró que el seguimiento fue escaso y «claramente inferior» al que tuvo la anterior huelga general, organizada en septiembre de 2010 contra la reforma laboral del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
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