El museo Hermitag, es un ejemplo como en tiempos de pandemia podemos conocer los centros de cultura de todo el mundo.
Nicolás Montero Domínguez
Una de las cosechas inesperadas de la virtualidad es darnos cuenta del potencial real de una conexión a internet. El laberinto de lo digital contiene la posibilidad de convertir el acceso al conocimiento, al arte, a la cultura, en un proceso sencillo, hogareño, donde basta encontrar el tema de interés y sumergirse en la oferta no sólo físicamente cercana sino aquella cuya presencia habita en la lejanía. Tours virtuales por el Museo del Prado, ojos curiosos revisando los libros de una biblioteca en Argentina, la casa de Frida Kahlo guardando el eco de un recorrido de cientos de miles de usuarios que, desde su casa, sacian su necesidad de belleza deteniéndose frente a los cuadros colgados en las paredes desde la pantalla de su celular. Estamos, si así lo decidimos, más cerca que nunca.
A veces hace falta un cambio drástico para que uno explore esas herramientas que siempre tuvo a la mano, pero no consideró en su justo valor. Ahora, cuando todos estamos pensando en las nuevas formas de estar en el mundo, en lo que será el mañana, y procuramos poner de nuestra parte para que sea la mejor versión posible, hemos construido, respondiendo a una iniciativa de la Organización de las Ciudades y Gobiernos Locales, junto a Barcelona, Buenos Aires y Ciudad de México, una plataforma entretejida con plataformas hermanas donde los ciudadanos podrán encontrar los contenidos digitales que las cuatro ciudades sumamos para entregarlos de manera fácil y ordenada. Basta entrar a Bogotá creadora en casa para poder deambular entre lecturas, música, patrimonio, teatro, danza, y desde allí sólo un movimiento para hacer lo mismo con la oferta de las demás. Estamos seguros de que ciudad es cultura, y que este trabajo conjunto es un acierto y destello de belleza que vale la pena reconocer.
La creación es un intercambio, un encuentro, y de ahí que haga parte de nuestra forma de ser humanos. Nos permite soñar juntos, nos permite creer juntos.
Bogotá creadora en casa es un esfuerzo más, un pequeño paso más en la dirección de esa ciudad que entra al Siglo XXI reconociendo la capacidad creadora de sus ciudadanos y en ella su fuerza para encontrarse. Creamos para estar cerca. Que desde esta cercanía imaginemos, y aportemos, para cuidarnos y cuidar de los demás, para ser cada vez más felices, más libres.
El laberinto de lo digital contiene la posibilidad de convertir el acceso al conocimiento, al arte, a la cultura, en un proceso sencillo, hogareño, donde basta encontrar el tema de interés y sumergirse en la oferta no sólo físicamente cercana sino aquella cuya presencia habita en la lejanía.