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EDITORIAL

 

Oportunidades

Para contener la indignación de los colombianos el Gobierno nacional y el Congreso aspiran a poder hundir el esperpento jurídico  denominado  «reforma a la justicia».

La protesta general que se prepara aspira el Gobierno a contenerla antes de que se extienda la ola de referendos que se anuncian, y que seguramente con la indignación de los colombianos puedan llegar hasta las puertas de la sede presidencial.

Se trabaja a marchas forzadas para tumbar el «Frankenstein» que buscaba pasar de la inmunidad a la impunidad. Toda acción tiene su reacción, y esto fue lo que sucedió.

 Los abusos cometidos rebosaron la copa. El rechazo, la indignación y la protesta en vez de amainar, sigue creciendo; y esa es la preocupación oficial, a dónde pueda llegar un pueblo que ha sido despreciado por los legisladores que se dedicaron de lleno a trabajar y legislar en beneficio propio.

 Las denuncias interpuesta ante las autoridades para investigar la conducta de los autores materiales e intelectuales, seguramente darán resultados ante la exigencia de los colombianos en reclamar justicia.

 El Gobierno y el Legislativo calcularon hasta el más mínimo detalle para propinar un devastador «golpe de Estado» a la Constitución Nacional. Todo estaba fríamente calculado: habían planeado tiempos y autores para cada una de las acciones, a pesar de que muchos de los protagonistas de la «horrible noche», están lavándose las manos, para no  asumir la responsabilidad que les corresponde.

 Ahora, quieren acabar a como dé lugar con el esperpento jurídico, no porque no lo necesiten, sino para contener la protesta social que puede llegar a situaciones inimaginables.

 La gente aspira a ver «rodar» cabezas, no solo la del ministro de Justicia, quien tuvo la valentía de aceptar su equivocación al permitir su manipulación. Es la oportunidad para que Colombia erradique la cultura de la corrupción que la ha impuesto la dirigencia política, gubernamental y económica.

 Colombia debe buscar la forma de eliminar la cultura corrupta, que se ha tomado todos los sectores de la sociedad. Es hora de hacer algo para que las nuevas generaciones puedan vivir en paz, y, sobre todo, con la frente en alto, donde los colombianos no vuelvan a hacer los parias de la humanidad por la acción de unos cuantos delincuentes que acabaron con las buenas costumbres.

Es la oportunidad de los colombianos para cambiar para el bien de nuestros descendientes, y poder decir con orgullo que la honestidad ha vuelto a reinar en nuestro amado país.

 

La  crisis debe generar oportunidades.