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Costumbre humana: EL BESO

Uno de los besos más famosos de la historia de Francesco Hayez

 

Manuel Tiberio Bermúdez

Algunos diccionarios lo definen como la acción de tocar algo con los labios en señal de cariño, amistad o reverencia.

Hay quienes dicen que el beso es la forma más tierna de expresar el amor, y para los freudianos –tan simples ellos – el beso puede ser el rezago que nos queda de la época del amamantamiento.

Sea, lo que sea, la mayoría de los mortales no nos hemos escapado de la alegría de recibir un beso o del disfrute de darlo.

La costumbre de besar se pierde en la inmensidad de la historia humana, pero casi estamos convencidos que el origen de tan especial expresión se debe a un arrebato de amor maternal.

Hay muchos tipos de besos. El del Papa que besa el suelo del país que visita en un gesto de humildad. El de la candidata coronada como reina que reparte besos de alegría. El del futbolista que marca un gol y recibe y da besos sin mirar a quien. El de Judas – tan recordado – para traicionar al Maestro. El de la madre que besa al hijo en la desazón de la partida. El de los hombres rusos, tan lejanos en nuestras costumbres. En fin, maneras, modos, formas y tradiciones del beso, que están regadas por todo el planeta.

La risa, el beso y la música son universales; son maneras de expresión que son aceptadas y comprendidas en todo el orbe.

Pero, en las canciones es donde más besos se encuentran … parecen telenovelas de amor y están llenas de besos. Recuerdan por ejemplo ésta con sabor a despedida y por eso sin ningún recato ya grito abierto pide «bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez». Mientras que en España, según otra canción popular, a las españolas: «la puede usted besar en la mano, o puede darle un beso de hermano … (no olvide la advertencia) … pero un beso de amor no se lo dan a cualquiera» ¡Que lástima y ole!.

Pero en cambio hay algunos besos como que no gustan mucho y quien los recibe luego le toca cantar: «déjame, no quiero que me beses, yo no quiero que me toques, lo que quiero es libertarme».

Y hay algunos que les ha ido tan mal en la vida que parece que todo lo han tenido que pagar –hasta los besos- y que consiguen algo gratis no resisten la tentación de contárselo a todo el mundo o sino que es aquello de: «No cayó en mis brazos, me dio solo un beso, el único beso que yo no pagué».

Hay otros que las ganas de besar les da con «mordiera», o al menos eso le sucedió al gran Álvaro Dalmar: «Mírame, mírame, quiéreme, quiéreme, bésame morenita, que me estoy muriendo por esa boquita, tan jugosa y fresca, tan coloradita».

Están aquellos, faroleros, a quienes les gusta la publicidad y quieren que ella no guarde nada en secreto y por eso le cantan al pie de la ventana: «Porque ahora niegas que me besabas ya un amor loco nos entregamos», para colmo de males , después de hacerla quedará como un zapato le grita en un alarido estremecedor, casi como una maldición: «más no te apures que arrieros somos y en el camino nos encontramos».

Hay muchos besos es cierto: alegres, enamorados, lascivos, tentadores. Pero hay otros aburridores como los de los amigos borrachitos que en medio de la juma les da por querer a todos los contertulios que le acompañan y reparte besos a lo loco babeando a todos con sus manifestaciones de cariño.

Lo cierto es que el beso sigue teniendo un alto valor como señal de afecto, de alegría, de reverencia, por eso y mientras llega una nueva oportunidad de escribir algo para ustedes reciban … un beso.