Manuel Tiberio Bermúdez
Cada que hay un número inusual de embarazos se pone de moda el tema de los anticonceptivos.
Uno de los más reconocidos y de mayor aceptación es el condón. Dejó hace ya algún tiempo de ser un producto que se pedía entre dientes y que era casi clandestino para entrar a ocupar un lugar de preferencia, no sólo en su uso, sino que forma parte de las más impactantes campañas para el control de la natalidad y también como una de las maneras más efectivas de evitar las enfermedades de trasmisión sexual.
Y hoy ese humilde y clandestino ingenio ya es un asunto que atañe al estado, a la iglesia, a los estamentos educativos y a los padres de familia, claro está, sin dejar de lado a los jóvenes que son, sino sus máximos defensores, sí sus más numerosos usuarios, por aquello de que les ofrece alguna seguridad para sus cópulas de ocasión.
Pero detrás de este imprescindible artículo que ya forma parte de la cotidianidad y que debería formar parte de la canasta familiar hay una historia que se remonta muchos años atrás.
Vamos despacio: se asegura que la más antigua referencia a un condón se haya en la leyenda del rey Minos de Creta. Se dice que Minos poseía un semen maldito que contenía escorpiones y serpientes. Minos se casó con Parsifae, hija del sol e inmune por lo mismo a las peligrosas descargas seminales de Minos. Sin embargo no había descendencia entre la pareja por lo que una mujer de nombre Procris ideo un truco que consistía en colocar la vejiga de una cabra en la vagina de una mujer y allí Minos descargaba su infectado semen para luego copular con Parsifae que por fin pudo tener descendencia.
Por otra parte, ya en la actualidad, la primera referencia a algo parecido a un condón se encuentra en uno de los libros del famoso médico italiano Falopio quien describe «una funda de lino, adaptable al glande utilizada por más de mil hombres para evitar el contagio de la sífilis».
Más tarde en el siglo XVII fue la tripa de las reses la que se acomodó a tal menester pues puesta en el pene antes del coito servía como «armadura para el goce y telaraña contra la enfermedad», pero por este tiempo aparece un doctor de la corte de apellido Condom o Conton a quien se le atribuye la paternidad del invento.
La primera vez que se habla del condón como tal es en el libro de un tal Dr. Turner dice allí haberse dado cuenta de hombres que «preferían contraer una enfermedad venérea antes que emplear esa detestable armadura llamada condón».
Como sucede en mucha ocasiones también ha habido detractores del condón que lo han descartado como anti enfermedades tal el caso de un médico del siglo XIX que decía del condón: «Esas membranas de pescado usadas para proteger el pene durante el coito son una vergonzosa invención que disminuye el placer y destruye el fin natural de la cópula, a la vez que no aseguran inmunidad alguna, pues por cualquier agujero puede filtrarse el contagio o rasgarse en la tensión del coito».
De otro lado un francés llamado Astruc condenaba su empleo afirmando: «He oído decir a los más bajos libertinos… que en Inglaterra se empleaban fundas suaves de pellejo, llamadas condoms, para envolver el pene en el coito y protegerlo, como lo hace la cota de mallas en el campo de batalla. Es un grave error».
Pero a pesar de todo cada vez se iba popularizando el uso del condón. Se afirma que Casanova, el más famoso conquistador solía usarlo y recomendarlo. Pero además el condón ha tenido muchos sobrenombres: levita inglesa, ropaje tranquilizante, gorro de seguridad o estuche preservativo.
Pero la popularización definitiva del condón se debe a la invención del caucho por Charles Goodyear pues hasta 1930 se hicieron en caucho vulcanizado, luego se inventa el látex lo que significó la elaboración de condones más delgados y a precios más accesibles. Posteriormente el condón da un vuelco inmenso al dejar de ser un preservativo de enfermedades para convertirse en un anticonceptivo. Eso ocurre hacia la década de los 70.
Su prestigio es y sigue siendo cuestionado pues se le considera inseguro, incómodo y fastidioso y además muchos dicen que se rompen en los momentos menos oportunos con el riesgo de un embarazo indeseado.
Lo cierto es que hoy en día y gracias al descubrimiento del SIDA, el uso del condón se volvió más popular que nunca en toda su historia, y es hoy por hoy el método más utilizado como anticonceptivo y como protección contra las enfermedades de trasmisión sexual.
Para tranquilidad de los detractores del condón quiero contarles que un condón excelentemente fabricado debe de resistir 300 mililitros de agua sin escurrimiento. Debe de aguantar una presión de 18 litros de aire y 1 kp de presión según las normas internacionales de calidad y por lo tanto debe de resistir sus ímpetus sexuales.