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En Colombia: LEER LA SALSA Y BAILAR LA LITERATURA

La salsa una forma de gozar la vida.

 

 

Bernardo Ordóñez Sánchez

Pocos géneros artísticos en Colombia que integren tradición, sabrosura, ritmo, alegría y diversidad como la salsa. Desde el momento en que la escuchamos, la saboreamos, la olemos y corear hasta el que son que nos lleva a mover nuestros cuerpos en la pista de baile.Ese no sé qué que nos impulsa a tomar una pareja y compartir con ella movimientos con la brisa y la luna como paisajes.

Pocos géneros además agrupan tantas edades: niños, jóvenes y adultos son adeptos de este sonido. En Cali lo bailan y disfrutan por igual. Las generaciones de antes comparten su legado con las nuevas: cantantes, compositores, orquestas, canciones, clásicos se instalan y renuevan en la memoria colectiva.

La música habla por los caleños: los integra, une y alegra. De alguna manera, los define a nivel personal, nacional e internacional. Cali sabe a salsa, por las calles de la ciudad melómanos y bailadores rinden tributo, sus exponentes exportan música y región a rincones del mundo.

Es preciso seguir fortaleciendo los espacios y escenarios que fomentan una tradición cultural de tan importante alcance. Es necesario escuchar lo que piensan los sapientes, eruditos y académicos de este sonido que en fiestas, comparsas e integraciones se impone, y que penetra todas las esferas sociales.

Hoy más que nunca se hace urgente la gestación de una política nacional que integre todos los actores culturales alrededor de este género.

Es que la salsa es una industria cultural: diversa e integral desde donde se le mire. Desde los diseñadores de vestuarios hasta los coreógrafos, desde los bailadores hasta los instrumentalistas, desde los cantantes hasta los compositores, desde los bailaderos históricos (Juanchito, el Parque Alameda) hasta las tiendas de barrio. Muchos roles convergen alrededor del mismo fin, con un ingrediente que no podemos olvidar: la salsa, a diferencia de otras expresiones musicales, amalgama el más vistoso color.

Las que son llamadas tribus urbanas desaparecen cuando un bongó, un trombón, la trompeta y una conga hacen su melodía. La salsa aniquila las eventuales fronteras sociales. Y algo más interesante, incentiva el respeto por las diferencias. Es un género al que no se le puede privar de sus múltiples derivaciones.

Hay que extender las fronteras regionales. Integrar, a través de una política que garantice recursos, a todos los artistas que por razones ajenas a su voluntad y su talento no tienen la oportunidad de darse a conocer. Revisar con detalle lo que pasa en zonas como el departamento del Cauca y todo el Pacífico.

En Colombia sobra el talento pero escasean las oportunidades. Hay que fortalecer los proyectos ya desarrollados a través de un diálogo amplio y abierto entre gestores y artistas. Y con esto lograr de la salsa una economía nacional y de exportación global, como de alguna forma lo es.

No hay que olvidar que la tradición salsera es tan relevante y de tan especial recordación que escritores, intelectuales, y poetas le han dedicado páginas al tema. Novelistas vallecaucanos como Andrés Caicedo, Fabio Martínez, Adelaida Fernández Ochoa, entre muchos otros, han retratado en su literatura generaciones salseras, muchachadas contagiadas por el furor y la calle, de fondo una ciudad y una región que aparece, con sus virtudes y conflictos, cuál escenario de película.

Es por eso que es necesario que su ciudadanía conozca su historia, que lea su literatura, que se identifique y dialogue con sus antecesores, que haga de su folclore un orgullo, un pasaporte para que otros, con nuevas narrativas y nuevos aprendizajes, quieran venir a conocer y a compartir sus experiencias.

Soy de los que considera imprescindible hacer una propuesta más robusta en torno a la tradición. Quiero decir con esto fortalecer la práctica salsera con lo que me gusta llamar su teoría.

Con la literatura y la salsa se articulan dos expresiones artísticas que bien pueden hacer de su integración una herramienta para fomentar la cultura de las letras y la música. «Leer la salsa y bailar la literatura» es una propuesta cuyo propósito será llevar a todo el país encuentros entre los exponentes de estas dos expresiones artísticas.

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