Templo de Nuestra Señora de la Merced en Camagüey
Texto y fotos
Lázaro David Najarro Pujol
El Templo de Nuestra Señora de la Merced en Camagüey es una de las obras arquitectónicas más visitadas por lugares y foráneos. Está enclavada en la Plaza de los Trabajadores, en el centro histórico declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La primera edificación fue construida en 1601 por frailes de la orden de los Mercedarios, quienes actualmente la atienden. Constituía una ermita de madera y guano dedicada a Nuestra Señora de la Altagracia, donada por Juan Griego, vecino de la villa.
Para diácono permanente Florencio Palacio Bonachea el año 1601 es la fecha que se tiene conocimiento de la existencia del referido templo religioso y así refieren los historiadores Tomás Pío Betancourt y Juan Torres Lasqueti.
Añade que el 1748 se erigió la Merced como ahora se puede apreciar: una construcción muy sólida que ha resistido alrededor de trescientos años al tiempo y las inclemencias meteorológicas, centrada al culto a Dios.
En la época de saqueo de piratas y bucaneros, la Merced fue utilizada para mantener a sus rehenes, uno de los motivos por los cuales el templo sobrevivió al incendio de la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe fundada el 2 de febrero de 1514.
Destaca en esa joya patrimonial las 14 estaciones de la Vía-Crucis o Camino a la Cruz (una de las más antiguas devociones practicadas por los católicos en todo el mundo). Se trata de imágenes de los momentos dolorosos vividos por Jesús desde que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura. (El Viernes Santo de 1991 y, bajo el auspicio de Juan Pablo II, se creó un nuevo Viacrucis con 15 estaciones).
Camino a la Cruz que ocupan columnas del Templo agramontino son los más bellos y mejores conservadas de la también conocida Ciudad de los Tinajones. Está esculpido en madera y yeso y se realizó en Italia en 1926 por encargo de 14 benefactores
Las obras representan a Jesucristo cuando es condenado a muerte, con la cruz a cuestas, al caer por primera vez, al encontrar su madre María. El instante en que Simón el Cirineo le ayuda a llevar la cruz, las imágenes de Verónica limpiando el rostro de Jesús, al caer por segunda vez, el momento en que consuela a las mujeres que lloran, al caer por tercera vez, cuando es despojado de sus vestiduras, clavado en la cruz, al morir en la cruz, al ser bajado de la cruz y puesto en los brazos de su madre, al ser sepultado y cuando resucita el domingo de pascua.
El diácono permanente Florencio Palacio Bonachea mencionó entre otras de las reliquias de la instalación religiosa el Santo Sepulcro, que constituye tradición al utilizarse en las procesiones de Semana Santa desde 1642. Representa una obra de arte elaborada por el artista mexicano Juan Benítez y Alfonso.
Se conserva, además, una obra pictórica en la que el autor acude a la técnica marouflage (la adhesión de un soporte textil a un muro), y representa a Jesús y el Pastor
Asimismo, guardan con orgullo la cruz de ácana que coronó la torre-campanario de la iglesia durante 251 años, la cual fue retirada debido a su mal estado el 2 de febrero de 1999. En su lugar se colocó una idéntica a la original el 12 de febrero de ese mismo año.
En el Templo de Nuestra Señora de la Merced en Camagüey, como era común en la época, se realizaron sepulturas desde su fundación y hasta 1814 que se instaura el cementerio de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.
Palacio Bonachea afirma que se encontraron en la década de 1990 del pasado siglo, algunos de esos enterramientos los cuales se conservan en el presbiterio.
Preciso que el Templo tiene mucha relación con las Guerras por la Independencia de Cuba al estar ubicado a menos de cinco metros de la casa natal del patriota camagüeyano Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz. Están además los restos de familias antecesoras de quien también fue conocido como El Mayor.
El altar, con su retablo de madera (adquirido en España y que aún se preserva), es una donación realizada en 1906 por Dolores de Betancourt y Agramonte, familia del patriota, para sustituir el existe afectado por un incendio que devastó esa área del Templo.
El diácono permanente Florencio Palacio Bonachea considera que haber preservado el templo de Nuestra Señora de la Merced en Camagüey durante casi tres siglos es algo extraordinario.
El altar con su retablo de madera que aún se preserva es una donación realizada en 1906 por Dolores de Betancourt y Agramonte