Esteban Jaramillo Osorio.
Reabren la tumba de Maradona para airear sus recuerdos. Rentable es su cadáver, como lo han sido los de Michael Jackson, Elvis Presley, Luis Carlos Galán o Camilo Sesto.
En «Sueño bendito», enésimo «homenaje» on-line, reviven sus fantásticas memorias futbolísticas, en las que fue arte y fiesta; y su mundo delirante sin respeto, como instrumento político, de la mafia, de codiciosos directivos, empresarios sin escrúpulos, su voraz familia y su perverso entorno.
Murió hace 11 meses, «quieto, vacío, distante», inhabilitado en cuerpo y mente, dueño de todo y de nada. El que fue rey mundial de la pelota.
Su más prestigioso sucesor, Lionel Messi, intocable en la selección argentina, punta de lanza de sus proyectos, emprende el camino del silencio por sus lesiones y desprecios, porque los franceses delicados del PSG, lo ven como uno más de su lujosa nómina. No huelen su perfume.
Nuestro Messi, James Rodríguez, reconstruye su fútbol desde dos o tres pisadas al balón, en un mundo lejano, con fútbol sin linaje y sin la alegría de los estadios festivos, coloridos y poblados, amparado en la prensa que lo aplaude y el mercadeo que lo impulsa.
Falcao es un ejemplo de longevidad.
Dinamita sus lesiones con goles, brilla en un cuadro modesto y cotiza en una liga que siempre le ofrece aprecio.
Lo hace ante la algarabía del pueblo colombiano que lo aplaude. El mismo que no hace mucho lo azotaba y pedía su retiro azuzado por lenguaraces críticos.
Como hablamos de fútbol, Nacional mantiene sus dominios en la liga local, apretada, emotiva, con Andrés Andrade como la gran figura, pidiendo pista en selección por encima de las vacas gordas o los protegidos de los técnicos.
Entre tanto Montero, ídolo del Tolima campeón, se va entre penumbras pese a sus títulos, acusado y criticado. Su maniobra, amparada en el reglamento, la califican sus anteriores hinchas, como vulgar traición.
Cambian los aplausos.
Ganó mucho Millonarios con su llegada, porque sus proezas en la portería son reconocidas. Se ve, desde ahora, como el gran movimiento del mercado de diciembre, que como la música y la fiesta empiezan en octubre.