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Historia: APORTE ÁRABE AL ESPAÑOL

Los Reyes Católicos administrando justicia

 

 

 

 

Gerney Ríos González

En el año 711 de nuestra era, España perdió su unidad política por la invasión de los moros; en 1492 año del Descubrimiento de América la guerra de reconquista de los territorios ocupados durante 800 años por los árabes, tocaba a su fin, con los esfuerzos de los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.

Cristóbal Colón el navegante que le dio gloria a España y al mundo conocido, trajo consigo el idioma castellano, que, por entonces estaba repleto de arcaísmos. Fue labor de varios siglos la emprendida por ejércitos de lexicógrafos empeñados en purificar la lengua de Castella, localidad que pasó a ser Castilla. Al reino fundado en 1474 pertenecían Asturias, Galicia, Extremadura, León, Murcia y Andalucía provincias vascongadas y Fernando dominaba los antiguos reinos de Aragón, Cataluña, Valencia e Islas Baleares, Sicilia y Cerdeña que hoy son territorios de Italia.

MAL HABLAR

La ocupación árabe en España dejó hondas huellas en el comportamiento humano y social. Aportaron los invasores al idioma por lo menos cuatro mil palabras, entre las cuales almojábana, almohada, aduana, aldea, azote, noria, tamarindo, zaguán, baladí y algunos gentilicios. También aceite, aceituna, cacahuate, alambique, alarde, alarife, albricias, albañil, alcahuete.

Pero los «arcaísmos» venían con el hablar de los tripulantes de las tres naves exploradoras de las costas de América, dirigidas por el navegante genovés. Así decían rompido por roto, truje del verbo traer, diz por diez, denantes por antes, lición por lección, vide de ver, muy mucho, determiné de irme, prometí de llevarlo, me quise morir por estuve a punto de morir, día lunes, un su hermano, deseando no llevar. Quevedo y Villegas Francisco, el celebrado humorista escribía entonces «no matar, por guardar, esto no comía por ser matar el hambre de comer». «Desde luego me retrato (por retracto) de lo que no fuere ajustado a la verdad católica o ofendiere a las buenas costumbres y erratas que contiene».

Lo que se sabe es que todos los idiomas en la tierra evolucionan con nuevas formas gramaticales. Existe una distancia abismal entre la lengua vernácula de «Castella» de donde surge o nace el castellano, herencia que nos legó la «madre España». No quiere decir que la modernización del idioma, segundo o primero en el mundo, prive a los cultos actuales de ignorar los arcaísmos que en algunas regiones colombianas comienzan a desaparecer años atrás. Recordar que Colombia ha tenido lingüistas y lexicógrafos de prestigio universal: Rufino José Cuervo Urisarri, filólogo, humanista y erudito; Miguel Antonio José Cayetano Andrés Avelino de las Mercedes Caro Tobar, conocido como Miguel Antonio Caro, humanista, periodista, escritor y filólogo; Félix Restrepo Mejía, jesuita, escritor, pedagogo, erudito clásico y humanista; Baldomero Sanín Cano, escritor, ensayista, periodista y diplomático; José Eustasio Rivera Salas, escritor, maestro y abogado; Tomás Carrasquilla Naranjo, escritor, novelista, cronista y ensayista; Antonio José Restrepo Trujillo, también llamado ñito Restrepo, fue un escritor, jurisconsulto, economista e historiador.

Los historiadores afines sostienen que el idioma castellano vio su nacimiento en sierras cantábricas y se diferenció del «asturleonés una tierra llena de castillos». Allí se ubicaron los condes independientes y viajó el idioma hasta el Mediterráneo sometiendo a otras lenguas. Esto ocurrió en los siglos XI y XII, opacando a las lenguas romances. En el siglo X ya se conocen obras escritas en el naciente idioma que hoy utilizamos como el más importante medio de comunicación. Alfonso X el Sabio, escribió «las siete partidas» y en ese tiempo la obra de Berceo es de inusitada importancia en el devenir progresivo del Castellano. Ya para el siglo XIV aparecen libros del Arcipreste de Hita, Pedro López de Ayala, Infante don Juan Manuel; y las obras de caballería del Márquez de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique autor este último, de las coplas a la muerte de su padre. Cuando el castellano, con sus arcaísmos penetra en América descubierta, ya era lengua oficial en la España en evolución.

En el siglo XV apareció «La Celestina» de Fernando Rojas, obra de carácter dramático, donde se refleja la crisis de los valores medievales y el materialismo característico del Prerrenacimiento, una historia de amor y muerte, con hechicera a bordo, además, la invención de la imprenta por Juan Gutemberg fue el aliado primordial: entró a España por Valencia; en Barcelona y Zaragoza existe evidencia que allí se trabajaba en 1475. Extremeños, andaluces y castellanos fueron quienes trajeron la «nueva fabla», el idioma castellano que tanto une a las comunidades en el mundo y al que se le adeuda la civilización creciente de la Humanidad.

Cristóbal Colón