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El palo ensebado: EN EL LEÓN SE PRESERVA TRADICIÓN

La varilla fue muy alta, entonces viene el motor de la existencia colectiva.

 

 

Texto y fotos:

Lázaro David Najarro Pujol

Conocí profundamente de la existencia de la tradición El palo ensebado (costumbre muy antigua y, popular además en el mundo hispano), en un recorrido, a bordo del yate Frank País, por los cayos cercanos a la ribera de Santa Cruz del Sur, cuando tuve el honor de acompañar a René Depestre, escritor haitiano de habla francesa y española y fundador de la revista Ruche. Conocía, por supuesto de su novela El palo ensebado (1975).

Volvió a mi memoria la fabulosa obra que describe las penurias y tragedias del hermano pueblo caribeño en una visita a la comunidad El León, un asentamiento del municipio cubano de Camagüey, donde se preserva la tradición, que se remonta al año 6000 antes de Cristo. En Cuba se realiza durante diferentes eventos, entre ellas la Feria Agropecuaria de Guáimaro y en zonas rurales de la Mayor de las Antillas.

Los protagonistas en El León: jóvenes trabajadores y campesinos de esa región ganadera que acuden al sitio desde distintas comunidades. La competencia es individual y cuando ninguno de los contrincantes logra alcanzar la banderita en la punta del madero recubierto de sebo resbaloso, entonces los organizadores dan la opción de crear equipo para llegar a la cúspide.

Los muchachos, vigorosos y fuertes, intentaban una y otra vez alcanzar la banderita. Resbalaban y caían al intentar escalar aquel palo vertical solo con la ayuda de los brazos y las piernas.

Individualmente ninguno llegó a la cima. La varilla fue muy alta, entonces viene el motor de la existencia colectiva y la unidad entre los participantes.

La tradición El palo ensebado, se remonta al año 6000 antes de Cristo.

La competencia es individual