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Monseñor Isaías Duarte Cancino: 20 AÑOS DEL MAGNICIDIO

Monseñor Isaías Duarte Cancino

 

 

 

«Doy mi vida, nadie me la quita»: Isaías Duarte Cancino

 

 

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium (Unicatólica) conmemorarán, en Cali, los 20 años del magnicidio de Monseñor Isaías Duarte Cancino, reconocido como mediador de paz en nuestro país y defensor de los Derechos Humanos.

Para recordar y honrar la memoria del extinto arzobispo de Cali, se lanzarán un documental y un especial multimedia que destacan la figura del sacerdote en relación con la dignidad humana y las mediaciones de paz a lo largo de su trayectoria de vida, productos que están encaminados a difundir su obra entre las nuevas generaciones.

Monseñor Duarte Cancino fue protagonista en las mediaciones humanitarias entre los actores armados, el empresariado y la institucionalidad local y regional. Entre sus gestiones humanitarias se destaca el apoyo a los procesos de desmovilización de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL) y las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU). Como arzobispo de Cali, estuvo al frente de las gestiones por la liberación de los secuestrados por ELN en la iglesia La María, en 1999, y del Kilómetro 18, en 2000; además lideró programas dirigidos a población desplazada y la exigibilidad de los derechos humanos.

El lanzamiento del documental y el especial multimedia hoy a las 2:00 p.m., en la sede Pance de la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, en los auditorios 1 y 2 del Centro de Investigaciones. Ambos productos audiovisuales son el resultado de una iniciativa de memoria histórica en la que han trabajado la Unicatólica y el CNMH, con el propósito de abordar la figura de Monseñor Isaías Duarte desde su acción pastoral y su relevancia en el contexto del conflicto armado y la paz.

Sobre Monseñor Isaías Duarte Cancino

Monseñor Isaías Duarte Cancino (1939-2002) ocupó un lugar relevante, pero a la vez desconocido en la historia reciente de Colombia. A su larga trayectoria pastoral, que comenzó con su ordenación sacerdotal en el departamento de Santander en 1963, y culminó como arzobispo de Santiago de Cali, sumó una condición particular: su postura contra la violencia y la defensa de los derechos humanos.

Desde sus inicios en el seminario de Pamplona (Santander), dejó ver clara su opción por los más necesitados y las comunidades que más sufren por cuenta de las desigualdades, las discriminaciones y todo tipo de violencias.

Creyó firmemente que la única opción de transformación de esas duras realidades era aproximándose a ellas desde el mensaje de amor y compasión, siguiendo el legado de Jesús. Monseñor Duarte Cancino marcó distancia de otras opciones que, por esa misma época, y desde el mismo cristianismo (Teología de la Liberación), postulaban la lucha armada como camino legítimo para impulsar transformaciones políticas y sociales. Durante su estancia en la región de Urabá (Antioquia), donde ejerció como arzobispo de la Diócesis de Apartadó, debió hacer frente a los complejos desafíos de la violencia y el conflicto armado. Allí, en medio de la acción violenta de grupos de guerrilla y paramilitares, estuvo siempre del lado de la gente y de las víctimas.

Monseñor Duarte Cancino adelantó mediaciones humanitarias tanto con los actores armados, el empresariado asociado a la producción y exportación del banano, así como con la institucionalidad local y regional. Entre esos agenciamientos de paz se destacan sus apoyos a los procesos de desmovilización de la guerrilla Ejército Popular de Liberación (EPL) y las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU).

Su  llegada al Valle del Cauca, cuando fue nombrado por el Papa Juan Pablo II como arzobispo de Cali, en 1995, no significó retos menores. Allí acompañó a las víctimas y estuvo al frente de la lucha por la libertad en los casos de los secuestros por parte del ELN en la Iglesia La María (mayo de 1999) y del Km 18 (octubre de 2000).

Su acción en favor de la paz y la dignidad humana también se expresó en la implementación de programas de apoyo a la población desplazada por la violencia, la promoción y la exigibilidad de los derechos humanos, además, de la construcción de proyectos educativos para la población vulnerable o la asistencia alimentaria para los más necesitados.

Desde luego, Monseñor Isaías Duarte Cancino tuvo posturas que incomodaron a muchos sectores en la ilegalidad, incluido el narcotráfico, y a menudo fue incomprendido en acciones como las mediaciones humanitarias y de paz que desarrolló con los grupos paramilitares.

Asimismo, quienes le conocieron de cerca atestiguan que como ser humano se movía entre certezas e incertidumbres, entre la esperanza y la frustración, entre la alegría y la tristeza, y no pocas veces el enojo. Los estallidos de su temperamento solían ser tan frecuentes como su disposición permanente para aceptar el equívoco, ofrecer disculpas y recomponer el diálogo. Así lo testimonian compañeros suyos como el actual arzobispo de Cali, Monseñor Darío de Jesús Monsalve: «Si se trataba de rectificar sus propias faltas, no importaba la hora, así fuera en la madrugada».

 «En Cali nos comprometemos a amar la vida propia y la de los demás; a rechazar todo tipo de violencia».

Monseñor Duarte Cancino fue protagonista en las mediaciones humanitarias entre los actores armados, el empresariado y la institucionalidad local y regional.