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Administración Duque: FULMINÓ LA PRENSA LIBRE

La prensa así registró el mandato Duque. 

 

 

 

FLIP

El gobierno de Iván Duque mantuvo una estrategia de amigo-enemigo con la prensa. Con aquellos, considerados como críticos, primó la desconfianza y el hermetismo. Además, utilizó recursos humanos y económicos para priorizar la comunicación institucional e imponer su narrativa. Con ello contribuyó al ambiente de polarización y construyó una muralla que afectó el acceso a la información.

«Should be hard lies» (debería ser mentiras duras). Con esta frase, el presidente Iván Duque cerró la entrevista con el periodista Stephen Sackur de la BBC de Londres, quien dirige el programa HARDtalk (Charla difícil) de ese canal. Durante doce segundos la cámara se alejó registrando un plano escorzo en el que Duque miraba con desconfianza a su entrevistador. La escena contiene tanta tensión que parece mucho más larga. Se trata de un instante que podría resumir cómo fue la relación durante cuatro años entre el gobierno saliente y el sector de la prensa que no estuvo de su lado: a la defensiva, la mayor parte del tiempo; hermética, según la estrategia, y, en algunas ocasiones, hostil.

En la entrevista, Duque dijo que en el 2021 el país tuvo la cifra más baja de homicidios de los últimos cuarenta años: un dato falso, como lo recordó el portal ColombiaCheck, que advirtió que la cifra de homicidios de 2021 fue la más alta de los últimos siete años. A pesar de que el entrevistador estaba informado y lo controvierte, Duque insistió en repetir los datos que ya había dado en otras entrevistas y acusar de mentiroso al periodista.

Una reconstrucción de la relación Duque y medios da cuenta de que la receta se basó en la distinción binaria entre amigo-enemigo; con aquellos que consideró enemigos fue construyendo un muro inquebrantable, que prefería las auto-entrevistas a las preguntas que él anticipa incómodas. Al tiempo que se alejaba de la información que él no podía controlar se encargaba de engrosar su propia máquina de comunicaciones. Según las cifras que la Presidencia entregó en un derecho de petición, en el 2018 el equipo de comunicaciones de Presidencia era de 15 personas, actualmente son 54.

Se invirtió en publicidad oficial más de 45 mil millones de pesos, de la chequera pública, para mejorar su imagen y crear una narrativa paralela. En sus contrataciones de pauta buscó hacer monitoreos de medios, parametrizar usuarios de redes sociales, y, cómo fin último, posicionar su nombre e imagen en redes sociales, especialmente en momentos de crisis como la protesta social y la pandemia.

Todo esto ocurría mientras la violencia contra la prensa se intensificaban: en los cuatro años de Duque, se presentaron más de 750 amenazas a periodistas con el fin de censurarlos o intimidarlos; y cinco homicidios lamentables de periodistas con el fin de silenciar sus investigaciones y denuncias.

De los perfilamientos al hermetismo

La desconfianza con algunos sectores del periodismo se tradujo en el aislamiento que se agravó durante el confinamiento por la pandemia del COVID-19. La cantidad de ruedas de prensa convocadas por Duque  son muestra de ello. Según la respuesta a un derecho de petición, entre agosto de 2018 y el 15 marzo de 2022, el presidente sólo participó en nueve de estos espacios ante los medios de comunicación. En contraste, y durante ese mismo periodo, otorgó 272 entrevistas a distintos medios e hizo 327 declaraciones. Aunque la cifra de ruedas de prensa se incrementó en los últimos meses de su mandato, estas se dieron en el marco de visitas diplomáticas acotadas a temas específicos.

En efecto, la estrategia fue evitar a los y las periodistas que podrían hacer preguntas abiertas e incomodar. Como anotó Tatiana Duque, periodista de La Silla Vacía que escribió varios artículos sobre la relación del mandatario con los medios, «la estrategia mostró un interés del presidente de ejercer un control sobre la información que circulaba». Es común que los presidentes colombianos prefieran las entrevistas pactadas y que los equipos de comunicaciones condicionen las preguntas, en lugar de las ruedas de prensa en las que hay menos restricciones a las preguntas y contrapreguntas.

La autoentrevista y el autohackeo

El 21 de mayo del 2021, en medio de la situación más tensa para el país, cuando las principales rutas de acceso se encontraban paralizadas por los bloqueos y las violaciones a los derechos humanos habían desbordado lo imaginable, el Presidente decidió publicar una auto-entrevista en inglés, en la que hablaba sobre el paro y culpaba de las protestas al jefe de la oposición, Gustavo Petro.

Se trataba de una pieza de propaganda política que reforzó, en una parte de la opinión, la idea de que el Presidente se hablaba a sí mismo, en un idioma literalmente incomprensible para la mayoría y en medio de una coyuntura política que demandaba su comparecencia inexcusable. «Fueron momentos de mucha opacidad. Nunca recibimos una información oficial en la Casa de Nariño sobre quién y para qué se había hecho eso», dice Tatiana Duque.

Un trato diferencial

No obstante, la experiencia de todos los medios con el presidente Duque no fue la misma. La agenda, los intereses y la particular relación de cada periodista con el círculo cercano del presidente definieron las relaciones entre los medios de comunicación y la Casa de Nariño

El trato diferenciado que obedecía a la categorización entre medios cercanos y contrarios se puede inferir de la cantidad de entrevistas que otorgó el mandatario según sus preferencias.

Al final del mandato de Iván Duque es evidente el retorno de amenazas y riesgos para los periodistas que cubren críticamente los temas de seguridad. La criminalización de la protesta redunda en graves daños a los derechos humanos y se reeditó una política de usar los recursos del Estado para vigilar a la prensa, lo que terminó atizando la desconfianza sobre el trabajo que hacen los y las periodistas. Duras verdades para un gobierno que, a pesar de su aparente amabilidad con los periodistas, no contribuye lo suficiente con sus acciones a proteger la libertad de prensa y, por el contrario, se encargó de marcar una línea donde él decide quiénes son amigos y quiénes son sus enemigos.

La administración Duque se consolidó en la buena vida con los recursos públicos. Con lujos y comidas algunos países se hicieron a licencias para explotar los recursos de Colombia.