Actualidad, TOP

Alfonso Ínsula: EN SU MUNDO DE SILENCIO

Alfonso recibe el sonido de la música y del mar mediante las células de su ya septuagenario cuerpo.

 

Lázaro David Najarro Pujol

Yo tengo un amigo que siempre está en el mar, en ese mar que, para algunos, constituye una tenebrosa alma desierta. Pero, para él, es parte de su corazón. El sonido de las olas le penetra por todo el cuerpo.

Mi amigo, aunque ahora le leo esta crónica, no podrá escucharla. Cuando nació, la naturaleza lo confinó al mundo del silencio. Mi amigo no habla, ni puede enterarse, ni sabe escribir, ni contar; pero, por medio del movimiento de los labios o de una expresión del rostro de otra persona, recibe el mensaje.

Alfonso Ínsula no se siente subestimado por sus limitaciones auditivas. Desde muy pequeño, se ha consagrado al fascinante y, a la vez, misterioso universo marino, del cual guarda su secreto.

Es un hombre feliz, que siempre está sonriendo, incluso cuando en épocas invernales penetra en las frías aguas de los Jardines de la Reina, a manipular un tranque, donde atrapan a miles de peces de distintos tamaños y colores.

Alfonso recibe el sonido de la música y del mar mediante las células de su ya septuagenario cuerpo; por eso es un excelente bailador y puede, además, percibir de inmediato la proximidad de un tiburón o una picúa.

Tiene el orgullo de integrar una de las tripulaciones más productoras de machuelo de los Jardines de la Reina y ve en su escamero 108 su segundo hogar.

Cuando sus compañeros comienzan a hacer un recuento de los resultados de su labor, mi amigo Alfonso también siente el deseo de expresar sus sentimientos.

No puede hablar, por él habla su corazón o el patrón Roberto Ínsula, quien le agradece mucho lo que le ha enseñado sobre los misterios del mar y de la pesquería.

MI amigo Alfonso no podrá hablar, ni escuchar estas palabras, ni contar, no podrá escribir; sin embargo, la naturaleza lo dotó de una inteligencia incalculable, capaz de interpretar los mensajes de las estrellas y de la luna, cuyas luces pintan las nubes y alegran las olas.

A Alfonso Ínsula la naturaleza lo dotó de condiciones físicas excepcionales, que le facilitan permanecer durante algunos minutos bajo el agua, sin respirar, e interpretar el extraordinario, profundo, oscuro y misterioso mundo marino del que este amigo mío forma parte.