Opinión, TOP

 «El Panóptico»: LA DICOTOMÍA ENTRE PRODUCTIVIDAD VS. DESARROLLO

La guerra entre Rusia y Ucrania

 

Jhonny Alexis Lizcano L.

 

 

En sintonía con la realidad que atraviesa la economía mundial por los estragos ocasionados en gran medida por la Pandemia del Covid 19 y los efectos colaterales de la recesión económica en tiempos de conflicto internacional, derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin duda lo acontecido en Chile al disminuir la jornada laboral, abre un serio debate sobre el concepto de productividad económica vs desarrollo social.

Y aunque el dato en primera instancia no parece tan significativo, lo cierto es que en muchas partes del mundo la jornada laboral supera las 8 horas diarias. Y por consiguiente, el número de horas a la semana se extiende más de las 45 horas. Factor que en el mundo comercial, competitivo y capitalista es interpretado con naturaleza y simplicidad. Pues ahora resulta incongruente no tener más de dos o tres trabajos a la vez, justificando la necesidad de ingreso ante la inagotable demanda de necesidades por cubrir en los hogares convencionales de una sociedad precarizada.

Y es que esa parece ser la razón por la cual el Congreso Chileno aprobó la ley de las 40 horas. Fijando como en Ecuador, un límite de ocho horas diarias de trabajo. Un verdadero esfuerzo titánico y revolucionario logrado después de seis años por parte del gobierno del presidente Gabriel Boric.

«Este es un avance histórico, cuando partió la discusión de este proyecto había mucha reticencia por parte del mundo empresarial y del gobierno de Sebastián Piñera, pero nosotros hicimos un camino largo, demostrando que reducir la jornada laboral era darle una mayor valorización al tiempo de los trabajadores y trabajadoras, que las pruebas empíricas demuestran que la reducción de la jornada y entregar mejores condiciones aumenta la productividad en las empresas». Añadió el mandatario chileno.

Lo anterior nos demuestra que no siempre los beneficios económicos obtenidos por las empresas o el sector productivo, – a favor de los empresarios -, son extensivos al desarrollo social de los trabajadores.  Los cuales no solo se pueden medir tangiblemente como el aumento de sueldo o salario, sino también de manera intangible como el bienestar psicológico, educativo o sociocultural.

Otro aspecto a considerar es que la productividad puede medirse con indicadores de eficiencia y resultado económico, mientras el desarrollo solo es posible evidenciarlo gracias a las transformaciones o mejoras que el empleo u ocupación genera en la persona, frente a su calidad de vida. Es decir, un cambio sustancial para el acceso equitativo a mejores oportunidades laborales y ocupacionales. Motivando con ello la profesionalización del trabajo digno y la reducción gradual o progresiva de la informalidad, frente a las nuevas alternativas de vinculación de la sociedad a escenarios más progresistas y recíprocos.

Si bien el ejemplo de Chile representa un cambio gradual y sostenible para América Latina y el Caribe, el caso colombiano no puede ser la excepción. Ahora el compromiso es mayor. Pues no podemos seguir configurando nuestra economía bajo los estándares convencionales y tradicionalistas del fordismo del siglo pasado. En donde el trabajador era sinónimo de obrero o en el peor de los casos como un esclavo, renunciando a sus derechos fundamentales, solo por la necesidad del ingreso que le permitiera la subsistencia.