Opinión, TOP

EL ESTADO DE DERECHOS COLOMBIANO

Estado de Derecho

 

David Turbay Turbay

El Estado de derecho, es el Estado de los Derechos fundamentales, de su protección a ultranza, de su ponderación a favor y prioritaria, de la maximización de las superiores garantías fundamentales. Para llegar a él, la humanidad tuvo que registrar ochenta millones de muertos fruto del abuso, de la arbitrariedad, de la soberbia tiránica, de guerras inauditas. Por ello el mundo indicó muy claramente que en los Estados, priman ellos sobre el derecho interno.

Los operadores jurídicos, generalmente no entienden estos alcances. Que todo parte de unos DERECHOS FUNDAMENTALES, que en ningún tiempo, se pueden subvertir.

Lo demás es el Estado Monárquico, o el socialista o el Estado Liberal. Pero en la hora de hoy del universo, se impuso el Estado social de Derecho, que defiende la dignidad humana y la solidaridad entre los ciudadanos que moran los correspondientes Estados.

Eso, que resulta de elementales reflexiones, a diario se avasalla en Colombia. Los jueces, equivocadamente, aplican a ultranza el Estado Liberal, pero desconocen que aun por encima de este, hoy, priman los Derechos Fundamentales.

Mi batalla es de ese orden conceptual, es la de la filosofía de vida acordada por los pueblos del mundo, para conjurar lo que produjo la muerte cruel e inhumana de más de ochenta millones de pobladores en el mundo, lo iteramos.

Es esta, una discusión de carácter muy superior, para mentes grandes, para talentos humanos, para pensamientos, reflexiones y respuestas superiores.

El Presidente Gaviria me hizo el honor de designarme el representante del Presidente de la República en la Comisión de los Derechos Humanos en la Costa Caribe Colombiana. Sé de lo que estoy reflexionando,  y ello me permite convocar a un ejercicio trascendente en el comportamiento, en la acción viva de las autoridades judiciales.

Ello implica reflexiones mayores, insistimos. Ello comporta revisar los pensum universitarios. El nuestro es un Estado distinto, con unos derechos fundamentales por encima de lo adjetivo. Sí, el de hoy, es un derecho grande, soportado en la voluntad soberana de una justicia para los hombres, y no solo para los titulares de prensa.

Tiene que haber más justicia que jurisdicción. Las normas aplicadas no son aquellas que se establecen para minimizar la acción de la Justicia, sino las que le dan un tamaño gigantesco a los derechos humanos. El principio pro homine, de prioritaria aplicación, parte de los derechos muy superiores del hombre en todas las latitudes geográficas.

Una equivocación procesal, no puede sepultar los derechos superiores de los hombres. El derecho sustancial siempre deberá primar. Lo demás es miopía, soberanía mezquinas de hombres y mujeres que deshonran el actuar imperativo de fiscales y jueces, que generalmente proceden como si viviéramos en un Estado  que no es el de los derechos que priman, los humanos, sustanciales y fundamentales.

He venido dando una batalla porque eso sea de fácil compresión. Las leguleyas, las interpretaciones que limitan las garantías, que las condicionan en el tiempo, que las doblegan a lo que siempre imperó, la tiranía judicial, son influjos del Estado liberal, que ya no está por encima del Estado de Derechos.

Debemos reconocer que Colombia se matriculó en el nuevo mundo. En la nueva visión humanitaria, compasiva y humana, en el obligatorio predominio de los Derechos Fundamentales.

Y ello no lo conocen todos los jueces. Colombia tiene que tener una pedagogía cotidiana sobre el alcance prioritario de la rotunda aplicación los derechos humanos, de su predominio sin ambages. Estimo que el Presidente debe acometer el imperio de esa visión diferente, que es la que se aplica en Colombia, o debe aplicarse, porque nuestro Estado suscribió los Tratados y Convenciones sobre Derechos Humanos, que deben protegerse en Colombia, por encima de leyes que enanizan la vigencia de estas normatividades superiores y que no se pueden subvertir.

En mi caso, ya lo conocen los colombianos, esos derechos se han masacrado, por la acción o la omisión de jueces anclados en viejas concepciones del derecho, e inauditas concepciones del rol de la verdadera justicia.

Seguiré luchando, porque creo en ella, la visión reivindicadora de los derechos sustanciales. No se puede tolerar, jamás, que para premiar a los dueños del mundo, para acreditar voluntad de esclavos, terminemos dándole patente de corso a estos crímenes mayores. Que desaparezcan de la faz de Colombia debe ser la digna misión rectificadora por acometer.

Soy víctima de un falso positivo judicial. Que mi caso sirva para un planteamiento de fondo sobre estos argumentos que con respeto planteo, es mi esperanza.

Que Dios nos ayude.