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DE TAL CARRILERA, TAL CORRUPTO

Desde el inicio de la construcción de las vías férreas en Colombia estuvo presente la corrupción

 

 

Gerney Ríos González

A este hijo del ilustre presidente liberal, Santiago Pérez Manosalba se le acusaba de ser el causante de la derrota del partido en la guerra civil de 1885 contra Rafael Núñez Moledo, por haber dilapidado en el exterior los fondos destinados a adquirir armas para el ejército de su divisa.

A causa de la quiebra en su empresa de comercio en New York, se vio impedido a devengar comisiones por sus gestiones de negocios a fin de atender crecidas deudas en su haber. Durante el proceso de construcción del Ferrocarril de Antioquia, el gobierno departamental comisionó al probo ciudadano Alejandro Barrientos para viajar a Europa a fin de seleccionar unos expertos y encontrar fuentes de financiación para la obra.

El comisionado, a título personal, invitó a Santiago Pérez Triana para que lo acompañara en el viaje y con sus conocimientos financieros y el manejo de varios idiomas, le ayudara en los complejos convenios. Resultado de ese deslazamiento durante el cual Pérez Triana sustituyó al delegado departamental, fue la selección preliminar de la firma inglesa Punchard, McTaggart, Lowther y Cía. concertada para construir el ferrocarril y conseguir los fondos requeridos. Simultáneamente se
negoció un contrato similar para estructurar el tren de Puerto Wilches.

En desarrollo de la mencionada transacción se originó un pleito con el Departamento de Antioquia. Encargado por la gobernación de la defensa de sus intereses, Pérez Triana se vio comprometido en el doble juego de estar recibiendo comisiones de los empresarios y simultáneamente de defender los intereses comarcales. Detenido en Honda-Tolima, por las autoridades, se escapó por la vía de los ríos Meta y Orinoco rumbo a Europa, tiempo que aprovechó para escribir el libro «De Bogotá al Atlántico».

Durante su permanencia en Londres, gestó las componendas de los negocios de los ferrocarriles de Antioquia, Puerto Wilches, Girardot y del Sur, todos de ingrata recordación para los intereses colombianos.

Poseedor de una inigualable verborrea y de una capacidad sin fin para defenderse, en 1907 fue delegado de Colombia a la Conferencia de Paz en La Haya, en donde deslumbró a la audiencia internacional con su discurso en favor de la paz. Más tarde, al caer el gobierno de Rafael Reyes Prieto, con quien no tuvo buenas relaciones, inexplicablemente fue nombrado ministro de Colombia en la Gran Bretaña y España por el nuevo gobierno de Ramón González Valencia, entrando a manejar oficialmente  los negocios que había gestado desde la sombra, para su beneficio y de la terrible camarilla inglesa Jenks.

Pérez Triana, durante su prolongada permanencia en Londres, se vinculó con activos sectores financieros, entre los que estaban Jenks y Newgass, negociantes que descollaban no propiamente por su delicadeza en el manejo de las complejas y cuantiosas transacciones de Colombia con el mundo de la banca asentada en Inglaterra.

Desde el controvertido negocio de la Emerald Company, en el cual el gobierno perdió grandes cantidades de dinero, pero los financistas de manera habilidosa obtuvieron pingües utilidades, se conoció la velada participación de Pérez Triana en el desfalco, sin que su nombre figurara en ningún documento, pues actuó como hábil intermediario entre los funcionarios colombianos y los sectores monetarios encabezados por Jenks.

En las prolongadas negociaciones del ferrocarril de Girardot, estuvo presente Pérez Triana, entrebambalinas desde que Mainero y Truco resolvieron vender su concesión, hasta principios de 1912, cuando Carlos Eugenio Restrepo Restrepo, resolvió privar al país de la representación oficial del cotizado timador.
Su vinculación siguió gravitando sobre los intereses del país hasta su muerte acaecida en 1916 a la edad de 58 años. Su palabra ejercía sobre sus receptores tal convicción, que a los funcionarios colombianos que viajaban a Europa en alguna misión oficial se les advertía del peligro que había en escuchar a Pérez Triana. Su extraordinaria habilidad oratoria mereció que uno de sus biógrafos lo llamara «… nuestro prestidigitador del verbo».

Se cuenta que, al llegar a París, engatusó a una preciosa norteamericana, retoño del presidente de la Standard Oil en Francia; al enterarse de las relaciones de su retoño con un suramericano, el señor O´Day se opuso terminantemente; a instancias de la joven accedió a una entrevista con el colombiano, pero de sólo diez minutos.

Al final de la conversación, que se prolongó por más de tres horas, dijo a su hija: «Gertrude,
si tú no te casas, me caso yo con él». Para la defensa de su nombre, tantas veces inmiscuido en dudosas negociaciones, escribió varios libros y folletos, utilizando una pluma tan fluida como amena, que termina por colocar de su lado al lector desprevenido. De él se afirmó que tuvo el don de los gatos de caer parado.

Considerado uno de esos singulares personajes que cualquiera desearía encontrar en el otro mundo, para convertir la eternidad en un momento de aprendizaje y regocijo, desde que no haya intereses monetarios de por medio. Un sacerdote lo describió como el «engrupidor de satanás».