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Alfonso Cuevas Zambrano: DE INSPECTOR DE POLICÍA A PALADÍN DE LA JUSTICIA

Alfonso Cuevas Zambrano

 

 

 

Gerney Ríos González 

Alfonso Cuevas Zambrano nació en Suaita, Santander. Obtuvo su doctorado en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad La Gran Colombia en 1979, con mención de honor. Su tesis de grado fue «Tipicidad y atipicidad del arbitramento mercantil», de Editorial Temis.

Especializado en Derecho Probatorio, Instituto de Ciencias Jurídicas de la UGC; Derecho Penal de la Universidad de Salamanca, España; Derecho Penal-Jornadas Iberoamericanas, de la Universidad Externado de Colombia; Técnicas del nuevo sistema penal acusatorio, en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Agencia UPDAT-ICITAP; El Perito y la nueva ley procesal penal, Escuela de Medicina Legal y Ciencias Forenses, International Affairs, Universidad de Toronto, Canadá, entre lo más destacado.

Cuenta con varias obras publicadas: Sistema Electoral en Colombia, Editorial Lerner; Tipicidad y atipicidad del arbitramiento mercantil, Editorial Temis. Colaborador de la Revista Hispania de Nueva York y El Nuevo Siglo, de Bogotá.

Docente, ha sido jefe del Área Jurídica. Profesor de Instituciones Jurídicas y Políticas y Derecho Internacional Privado en la Universidad La Gran Colombia.

Decano de la Facultad de Derecho, secretario general, y secretario del Consejo Superior en la Universidad Manuela Beltrán. PAR Académico Ministerio de Educación Nacional, Profesor invitado en foros nacionales e internacionales sobre el Sistema Penal Acusatorio, Medicina Legal, Criminalística, y Derecho Electoral. También ha sido profesor de la lengua española en Toronto y en Nueva York. Profesor de Derecho Internacional Privado, Instituciones Jurídicas y políticas en la Universidad La Gran Colombia.

«Una vez culminados mis estudios de secundaria, empecé a seleccionar universidad en donde estudiar Derecho; que fuera una institución de filosofía conservadora, tradicional, de valores y de principios altruistas. En esta actividad tuve un disgusto fuerte con mi progenitor-dizque por rebelde-, y me notificó que no podía contar con su apoyo económico para estudiar en jornada diurna. En tales condiciones, no me di por vencido y busqué qué facultad tenía el programa de derecho nocturno que me permitiera trabajar de día y estudiar en las noches y sábados…

Sin vacilaciones encontré que la Universidad La Gran Colombia era la mía; por tanto, me inscribí, presenté las pruebas de rigor y me endeudé con un tío materno muy generoso que me apoyó con su solidaridad y económicamente con el compromiso de que una vez consiguiera trabajo, le fuera pagando poco a poco. Lo que efectivamente ocurrió…

Posteriormente, presente solicitudes laborales en el sector público y privado, con tan buena fortuna que me citaron en la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía Mayor de Bogotá para trabajar como escribiente en una Inspección Distrital de Policía. Con el devenir del tiempo fui nombrado en el mismo despacho Secretario de la Inspección, y más adelante por mi buen desempeño y en una ausencia del titular me encargaron de la Inspección, habiendo durado en el cargo cuatro años y medio.

¿Cómo era la Universidad?

El ambiente de La Gran Colombia, en ese periplo de la carrera era sano, amistoso, con profesores de óptimas calidades humanísticas que permitieron sentirme a gusto en el desarrollo profesional y las aspiraciones de adquirir la cultura académica necesaria para tener éxito y lograr servirle al país, a mi familia y amigos, como evidentemente lo he hecho…

La biblioteca tenía libros de fácil uso y manejo en las tareas académicas. El diálogo con directivos era ameno y productivo, sin prejuicios de clases sociales, lo que permitió gran confianza y desenvolvimiento con estudiantes y educadores, confirmando que había hecho la selección perfecta de mi academia educativa…

Además, tuve la estrella de tratar más cercanamente algunos docentes, miembros de la Conciliatura y del Plénum, verbigracia, los doctores Eduardo Kronfly, Fabio Duque, Oscar Gómez Santa y Jorge Vélez García, quien prologó uno de mis libros sobre Sistema Electoral en Colombia.

En suma, este gran claustro de jurisprudencia me formó profesionalmente para lograr tantos beneficios en la vida profesional; y paz, que alcancé después con la reconciliación con mi padre, que me criticó asazmente por la decisión de entrar a La Gran Colombia y estudiar de noche.

¿Qué vivencias personales?

En este tiempo de grandes oradores en el Congreso de la República, resultó conveniente la cercanía al Capitolio Nacional, pues podía ir en asocio de dos o tres compañeros de clase a escuchar los debates  senatoriales y en ocasiones en la Cámara de Representantes, durante la discusión de las normas sobre la modernización del Estado, la gratuidad en las universidades públicas, las becas para viajar al exterior, entre otros, lo que permitió tener un mayor conocimiento de la vida pública y  política  del Estado.

¿La Gran Colombia le ha sido útil?

La Universidad ha servido para convertirme en un profesional del derecho destacado, reconocido dentro y fuera del país, por mérito propio, dedicación, honestidad y capacidad de servicio público y privado en bien de la justicia, de la gente común y más necesitada.

Reitero, la UGC me sirvió para escalar grandes posiciones competitivas en la administración de justicia, en los organismos privados y estatales, no solo en Colombia sino también fuera del país, dejando en alto el nombre de la Patria y de la Escuela Grancolombiana».