Adolfo Macías, alias «Fito», es el jefe de la banda Los Choneros, considerada una de las facciones criminales más peligrosas de Ecuador, y no es la primera vez que se fuga.
Armando Meléndez
Enviado Especial
Quito
La situación en Ecuador ha alcanzado niveles críticos con la reciente fuga de alias «Fito», un conocido delincuente que ya había escapado en el 2023, generando la llamada fuga del siglo donde había invertido según fuentes $7000 USD Pero esta vez, su escape se dio el 7 de enero del 2024, cuando más de mil policías y militares ingresaron a la cárcel Regional de Guayaquil para trasladarlo a un lugar estratégico según el plan del nuevo presidente Novoa.
El contraataque de la mafia
La fuga de Fito desató una serie de eventos caóticos, incluyendo la toma de canales de televisión ecuatoriana y un operativo militar sin precedentes en el país. La incertidumbre se apoderó de la nación, y el presidente Novoa decretó el estado de excepción por 60 días.
Esta medida, acompañada por la militarización del centro de Quito con tanques de guerra, ha generado preocupación en América Latina.
El presidente Novoa busca replicar el modelo de seguridad implementado por el presidente Bukele en El Salvador, donde construyó una mega cárcel para albergar a 40 mil pandilleros.
La fuga de «Fito» no solo ha revelado la fragilidad del sistema penitenciario en Ecuador, sino también la presunta influencia de narcotraficantes en bienes raíces, como mencionó el embajador de EE. UU, citando equipos de fútbol. La crisis actual plantea interrogantes sobre la efectividad de las medidas tomadas y el impacto a largo plazo en la estabilidad de Ecuador y la región latinoamericana.
Las sombras del narcotráfico se extienden más allá de las prisiones, penetrando en la vida cotidiana de los ecuatorianos. El control que estas redes criminales ejercen sobre ciertos aspectos de la sociedad ha desafiado la capacidad del gobierno para mantener el orden y garantizar la seguridad ciudadana.
La corrupción, la impunidad y la falta de confianza en las instituciones se han convertido en elementos corrosivos que socavan el tejido social y la estabilidad del país.
Ante esta realidad, la fuga de alias «Fito» se presenta como un síntoma visible de un problema más profundo y sistémico.
La incertidumbre sobre quién realmente tiene el control y cómo se pueden abordar las raíces del problema plantea desafíos monumentales para Ecuador en su búsqueda de restaurar la seguridad y la confianza en sus instituciones.