Joe Biden, presidente de los Estados Unidos
El Porce
El par de dramáticas escenas que las imágenes de tv y redes le presentaron al mundo en los últimos días sobre el presidente Biden, deberían de tener a los dirigentes del partido demócrata en emergencia buscando con desespero una fórmula que saque a un lado al mandatario norteamericano de la carrera por la reelección.
El doloroso espectáculo brindado por el anciano Biden en la celebración de los 80 años del desembarco de Normandía cuando terminó de hablar y creyendo que lo había hecho poniéndose de pie desde una silla que nunca existió y fue a sentarse de nuevo,casi que gateando al tanteo, buscando el asiento que su mente imaginaba, mostró a un anciano tuntuniento que pierde el contacto con su realidad.
Y que, además, tiene una esposa que no lo suple pese a estar a su lado.
Y luego, el enternecedor drama que brindó en Italia, al finalizar la reunión de los jefes de las siete potencias del mundo en el momento en que todos se reunían para la foto en un explanada y él, completamente ajeno de en donde se encontraba, se fue yendo hacia el prado vacío, sirvió para enmarcar el despiste casi permanente en que se mantiene.
Si no hubiese sido por la única mujer allí presente, la primera ministra Meloni, quien fue hasta donde se estaba yendo y lo trajo de vuelta, la imagen del viejito chuchumeco y despistado habría sido peor.
Lo que entristece es pensar en el futuro del país más poderoso del mundo en manos no solo de este anciano sin claridad mental y sobre todo secundando por una dirigencia demócrata incapaz de prescindir de él y, lo que es peor, con la única alternativa de un agresivo y dañino Trump, cuestionado moralmente, recargándose peligrosamente con la energía que a los 77 años le entrega a borbotones la idolatría de sus seguidores.
¿Qué pasará entonces en este mundo con esos personajes disputándose quien dirige la marcha de la humanidad ?