La población con discapacidad constituye el 15% de la población mundial según el Banco Mundial. La diversión es un derecho, y no poden ser excluidos.
Eduardo Frontado Sánchez
Siempre me he preguntado por qué las compañías de entretenimiento colocan a las personas con cualidades distintas en la primera fila. ¿Por qué no pensar en una mejor ubicación para estos asientos? La diversión es un derecho universal, pero cuando eres una persona mayor, te encuentras en silla de ruedas o utilizas algún otro medio de transporte, salir a divertirse se convierte en todo un reto. No solo se trata de la accesibilidad física, sino también de la educación y empatía de quienes trabajan cara al público.
Confieso que me considero una persona a quien le encanta pasear, conocer y recorrer las calles. El contacto con la gente no solo te da el pulso del país donde te encuentras, sino que también te permite identificar oportunidades de mejora para cada sitio que visitas. A pesar de los avances en accesibilidad, aún queda mucho por aprender. Ir al cine para una persona con cualidades distintas es todo un desafío. Aunque existen puestos debidamente codificados, suelen estar en lugares poco apropiados, lo que obliga a la persona con cualidades distintas y a su acompañante a mirar hacia arriba, resultando en molestias físicas.
Las compañías de cine deberían asesorarse y reconsiderar la ubicación de estos puestos. No podemos olvidar que la población con discapacidad constituye el 15% de la población mundial según el Banco Mundial. La diversión es un derecho, y no podemos ser excluidos.
Quiero hacer un llamado a los operarios del cine. En ocasiones, me he visto obligado a pagar cuatro entradas porque la silla no entra y ocupa mucho espacio. Esto implica cobrar cuatro entradas para poder mover las butacas. ¿Realmente esta persona que cobra las cuatro entradas entiende cómo se siente la persona con cualidades distintas y su acompañante en esta situación? ¿Es legal o denunciable?
La inclusión no debería significar abusar de otros. Es crucial recordar que todos podríamos enfrentar alguna discapacidad en el futuro, y en ese momento, entenderíamos la importancia de educar a la humanidad para la diversidad. No hay dos personas iguales, y esta diversidad debe ser acogida. Las barreras actuales al buscar diversión hacen que las personas con cualidades distintas deban planificar cada salida con cuidado y esperanza de encontrar a alguien empático y entrenado.
No busco victimización con estas afirmaciones, sino conciencia. ¿Qué estamos haciendo como seres humanos? ¿Cómo podemos ayudar para que todos podamos interactuar de manera igualitaria? La esencia del ser humano radica en su humanidad. La tecnología es un apoyo, pero no sustituirá la empatía y comprensión humana.
Como integrante de la humanidad, creo firmemente en la educación y la inclusión. Mi propósito de vida es trabajar por la inclusión laboral, recordando siempre que lo humano nos identifica y lo distinto nos une. Debemos educar para la diversidad, entendiendo que todos merecemos disfrutar de la vida sin obstáculos adicionales. La verdadera inclusión se logra cuando todos, independientemente de nuestras diferencias, podemos vivir y disfrutar plenamente, por eso lo humano nos identifica y lo distinto nos une.