Mamey, también conocido como mamey amarillo
Texto y foto
Lázaro David Najarro Pujol
Coloreaban el paisaje de la escuela de pesca Alecrin, en Santa María del Rosario, en La Habana, frondosos árboles frutales y maderables.
En una llanura luminosa, camino a un hermoso embalse cercano al plantel estudiantil, recuerdo un inmenso mamey amarillo de más de 20 metros de altura (también conocido como mamey de Cartagena de Indias, mamey de Guacayarima o mamey de Santo Domingo), con sus frutas dulces al alcance de quienes caminábamos rumbo al embalse.
El igualmente denominado Mammea americana devenía en el pequeño bosque tropical húmedo, una bella obra ornamental creada por la naturaleza, atractiva, de follaje denso, copa regular y proporcionada y de madera dura (Probablemente originario de las Antillas).
Transcurre el año 1970. Aspiro el aroma de la deliciosa fruta y como de ella. Con frecuencia me alimentaba de mamey de paso al embalse. Nos graduamos en 1971 en la especialidad de operaciones de plantas frigoríficas, desde entonces jamás había visto un mamey amarillo.
En el reparto Buenos Aires, en Camagüey, me brindan una lasca de esa fruta. Al respirar su olor y saborear la fruta me traslado en el tiempo, 53 años atrás, como si volviera a observar aquel frondoso árbol perennifolio (de la familia Calophyllaceae), del que nos estábamos con frecuencia.
Tomar la fruta en mis manos, de sabor agradable y color naranja a rojizo, fue como recordar aquellos tiempos felices en los que soñábamos hasta en conquistar la Luna con el único placer de observar el futuro.
Me viene a la memoria la corteza áspera, las ramas con látex amarillento, hojas gruesas y haz de color verde oscuro de aquel mamey, cercano al poblado de Santa María del Rosario.
Durante los casi dos años que permanecimos en la escuela Alecrin, esperábamos la etapa de floración para contemplar la virtuosidad del árbol de mamey o percibir la fragancia de sus capullos de color blanco.
Me viene a la memoria la corteza áspera, las ramas con látex amarillento, hojas gruesas y haz de color verde oscuro de aquel mamey, cercano al poblado de Santa María del Rosario. Foto: Lázaro David Najarro Pujol
Me viene a la memoria la corteza áspera, las ramas con látex amarillento, hojas gruesas y haz de color verde oscuro de aquel mamey, cercano al poblado de Santa María del Rosario.Foto: Sven Volkens