Gustavo Petro y Nicolás Maduro, presidentes de Colombia y Venezuela.
Bernardo Ordóñez Sánchez
Con los recientes resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela, la geopolítica se ha hecho palpable. Países como Rusia, China, socios económicos clave de Venezuela, se han apresurado a reconocer los resultados, estableciendo un contrapeso a Estados Unidos.
En este complejo escenario el papel del presidente de Colombia, Gustavo Petro, es crucial. Su actuación requiere una mezcla de diplomacia hábil, cooperación internacional, manejo eficaz de recursos y un enfoque equilibrado hacia la seguridad y la relaciones internas y externas.
La función de Colombia bajo el liderazgo del primer presidente de izquierda de Colombia, es ayudar a gestionar la situación venezolana mientras atiende las necesidades y expectativas de su propia población, que puede tener opiniones diversas en la intervención en los asuntos venezolanos.
El gobierno de izquierda colombiano no puede atizar el conflicto interno, como tampoco comprometer el valor democrático de Venezuela. Es allí donde la diplomacia debe, entonces, armonizar las relaciones con múltiples actores internacionales con intereses divergentes, incluidos Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China, la diplomacia de países en especial Colombia requiere equilibrar estas relaciones trabajando hacia soluciones para Venezuela.
La estabilidad regional debe priorizarse en cualquier acción diplomática de Colombia debe ajustar promoviendo el dialogo y la negociación, actuará como mediador imparcial, buscando una solución pacífica y democrática a esta crisis.
Nuestro país debe continuar brindando asistencia humanitaria a los migrantes venezolanos, tal como la dio y otorgó hace cinco años. Trabajar en estrecha colaboración con otros países de la región y con los organismos internacionales ONU y la OEA para coordinar esfuerzos y buscar una solución multilateral a la crisis. Esto puede incluir sanciones estratégicas y diplomáticas que presionen para un cambio sin afectar directamente a la población civil.
Colombia debe ayudar a facilitar un proceso liderado por los venezolanos para resolver sus problemas, utilizando canales diplomáticos discretos para comunicar preocupaciones y propuestas de las partes involucradas en Venezuela. A veces, la diplomacia pública puede ser contraproducente, mientras que la diplomacia silenciosa puede abrir caminos para soluciones contractivas.
Con los principios democráticos, que tradicionalmente Colombia ha respetado, apoyados por la insistencia de Petro junto con los presidentes de Brasil y México, en una declaración conjunta como países facilitadores, han solicitado transparencia y la muestra clara del resultado de la elección. Este grupo puede proporcionar una plataforma neutral para negociaciones y todas las partes se sientan representadas.
El papel constructivo del mandatario colombiano debe ser en la mediación y dialogo para facilitar una transición pacífica de gobierno sin violencia, debe ser esa la contribución. Colombia puede trabajar y participar activamente en iniciativas para proponer alternativas como la de un gobierno de transición, puede ser a través de una junta con la sociedad civil y militares, que durante un periodo de tres meses puedan garantizar o la celebración de unas nuevas elecciones no contaminadas, o una salida para el presidente Maduro como sus alfiles más próximos y puedan ser recibidos por un gobierno neutral o afín a estas personas, para que no se presenten persecuciones desde el punto de vista político y judicial.
La presión diplomática de los actores es clave dentro de Venezuela, incluidos miembros del ejército, del gobierno, para que apoyen una transición pacífica. Promesas de garantías de seguridad y amnistía, así como asegurar que las tensiones en la frontera se mantengan bajo control, son esenciales para evitar acciones militares o de seguridad que puedan ser percibidas como provocativas.
La prudencia en el manejo diplomático del presidente Petro, permite a Colombia desempeñar un papel de garante bajo ciertas circunstancias que aseguren transparencia, legitimidad y aceptación tanto por el gobierno venezolano como por la oposición y la comunidad internacional siempre que los actores inviten a Colombia a este proceso como un acuerdo formal entre el gobierno de Venezuela, la oposición, y actores internacionales.
Porque Colombia, más allá de la simple proximidad geográfica, comparte una extensa frontera de 2.2000 kilómetros, esta proximidad geográfica hace que cualquier crisis en Venezuela tenga repercusiones directas en Colombia, particularmente en términos de seguridad, migración y comercio.
Los lazos culturales entre los dos países son profundos, compartimos una historia común desde la Gran Colombia. Este vínculo fraternal facilita la empatía y la cooperación entre sus pueblos y gobiernos.
Colombia ha recibido millones de migrantes y refugiados venezolanos que huyen de la crisis en su país, y hoy miles de ellos desean regresar a su patria. Este éxodo masivo tiene un significado en Colombia en términos de recursos, servicios sociales y dinámicas socioeconómicas. Lo que subraya la importancia de encontrar una solución a la crisis del país hermano.
Históricamente Colombia y Venezuela han mantenido relaciones comerciales significativas. Una Venezuela estable y próspera es beneficiosa para la economía colombiana y viceversa. La reactivación de estos vínculos comerciales es un incentivo para que Colombia se involucre en la búsqueda de soluciones sostenibles y pacíficas.