La plaza de Villa de Leyva con piso de piedras.
Hernán Alejandro Olano García
El primer presidente de la Real Audiencia de Santa Fe, posesionado en ese cargo en 1564, luego de ocupar otros muchos, fue, Andrés Díaz Venero de Leyva, nacido en El Castillo, lugar cercano al puerto de Laredo, sobre el mar Cantábrico, vino a América a cumplir con la función de darle orden al gobierno, e iniciar, luego de la Conquista, el período de la Colonia. Tanto así, que el alcalde Juan Penagos decía que «Puso ánimo a los que por temor no osaban pedirla (la justicia) y frenó a los que con favores pretendían lo ajeno».
Y, dentro de esas acciones, estuvo la de desplazarse a Tunja para impartir justicia en el sonado caso del conyugicidio de Jorge Voto, de manos del oidor de Chivatá Pedro Bravo de Rivera y su amante Inés de Hinojosa, que protagonizaría la escandalosa novela referida a sus pecados y escrita por Próspero Morales Pradilla.
Don Andrés, el cronista Juan Rodríguez Freyle, considerando necesario frenar los atropellos de los conquistadores y encomenderos, entre ellos, el mismísimo Adelantado Mayor del Nuevo Reino de Granada, título nobiliario del Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada, mientras que fue a Tunja, tuvo que dejar encargada del gobierno a su esposa, María Dondegardo, de quien el autor de «El Carnero» se refiere a ella como «La primera dama».
Leyva, buscando sentar las bases para desarrollar tareas de colonización, decidió el 29 de abril de 1572 que debía fundarse un nuevo poblado, para recibir a algunas gentes de Santa Fe y, para aumentar la producción de trigo, en competencia con el de Tunja, de gran calidad y primer sitio de América donde se sembró el grano y se hizo pan.
Toda esta historia, haría creer que desde el siglo XVI Villa de Leyva, cuna del prócer de la independencia Antonio Ricaurte y lozano, había tenido en su plaza -la más grande de Colombia- un empredrado que la caracteriza y que sirvió en 1970 para proclamar sobre sus irregulares formas, la candidatura del general Rojas Pinilla por la ANAPO.
Pues resulta que, el sargento viceprimero de la Policía Nacional Celso Parra Camacho, que fue alcalde militar de veintiún municipios, fue quien le dio el toque «piedrístico» a Villa de Leyva.
Parra, aparte de Villa de Leyva, ocupó alcaldías de otros municipios boyacenses como San José de Pare, Muzo, Almeida, Somondoco, Belén, Chinavita, La Uvita, Jenesano, Ramiriquí, Tibaná, Turmequé, Monguí, Pauna, Pesca, La Capilla, Chiquinquirá y Chita, y de La Peña (Cundinamarca), y, en todos ellos trazó calles, construyó plazas de mercado, escuelas y colegios y hasta diseñó avenidas. Algunos, de ahí en adelante calificaban las obras de los burgomaestres como “alcaldadas”, pero, la que realizó en Villa de Leyva, buscó que la gran cuadratura de polvo y barro en época lluviosa que era su plaza se convirtiera en el gran atractivo que le ha dado nombre mundial. Sin el sargento Parra, la plaza de la Villa de don Andrés, sería un monumento al cemento, con canchas de baloncesto y jardineras abandonadas, como en muchos municipios de Colombia.