Cristina Chaverri
Muy asombrados están algunos periodistas porque Shakira reunió, en dos sesiones, a unas 80 mil personas en El Campín.
Dicen con orgullo: ochenta mil. Una cifra valiosa por no decir que aceptable.
Colombia ha tenido grandes conciertos y eventos en El Campín. Vicente Fernández, Los tres Tenores, El Festival del Rock y desde luego finales del rentado nacional o de las eliminatorias hacia el mundial de fútbol.
Cuando existía la pista de tartán, El Campín era sitio obligado para ver la final de la Vuelta a Colombia en bicicleta y las graderías quedaban pequeñas para presencial el cruce de la meta.
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Pero el gran evento que tuvo el país fue en 1968. Agosto 22, más precisamente, cuando llegó el Papa Pablo VI. Era la primera vez que salía de Europa un Pontífice y en ese año, en el cual sucedió de todo, Colombia fue seleccionada como el anfitrión para tal novedad.
El sitio que se escogió fue un extenso potrero, en el cual se ubicó en la mitad un templete. Es lo que hoy se llama Parque Simón Bolívar de Bogotá.
La organización estuvo a cargo de la Policía Nacional que dispuso de miles de agentes y de soldados para ayudar a ubicar a las personas que llegaron de distintas partes del país. No hubo necesidad de boletería. No hubo necesidad de equipos grandes de sonido porque cada uno llevó su radio portátil y por allí siguieron la santa misa y las palabras que ofrecieron el presidente Carlos Lleras Restrepo, el nuncio apostólico y el cardenal Luis Concha Córdoba.
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Miles de sacerdotes se encargaron de repartir la comunión. Los feligreses, en perfecto orden, aseo y atención acudieron en masa.
Se calcula que más de 750 mil personas asistieron a ese potrero que empezaba en la carrera 30 e iba hasta la avenida Boyacá, desde la calle 13 hasta la 68.
La radio fue fundamental para dar la información oportuna de cada momento.
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El Papa hizo un recorrido por unos senderos que se acondicionaron para que lo pudiera ver el mayor número de personas que le pedían su bendición.
Se inventaron unas cartulinas con unos espejos que llamaron telescopios para tener visibilidad por encima de los asistentes. «Ya lo veo, ya lo veo», gritaban unos y otros.
Muchos de los asistentes llevaron fiambre y otros cargaron en ollas sus almuerzos porque la jornada fue extensa desde las 8 de la mañana hasta más o menos las cuatro de la tarde. Por altoparlantes se les pedía a las personas que caminaran despacio, sin afanes, para evitar aglomeraciones o estampidas.
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A los policías se les respetaba y escuchaba sus indicaciones. Fue el primer gran evento de multitudes que hubo en Colombia. La escena se repitió al día siguiente en Mosquera a donde llegaban millares de campesinos de todo el país. La transmisión la hizo Radio Sutatenza.
Luego, cuando vino Juan Pablo II millares de personas acudieron a sus reuniones en distintas ciudades del país y se calcula que le vieron más de 7 millones de personas.
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En septiembre del 2017 estuvo el Papa Francisco. Ofició una misa en El Parque Simón Bolívar y se calcula que asistió un millón 330 mil personas. Ahí fue donde cantó Maía el famoso salmo 97 que hizo vibrar a los seguidores en redes y alcanzó millonarias cifras de vistas.
Por muchos años, estos eventos serán difíciles de alcanzar. De pronto si Shakira se presenta gratis en el Parque Simón Bolívar, también puede igualar las cifras de los pontífices.