Óscar Javier Ferreira Vanegas
El corazón es un músculo gigante que procesa y distribuye la sangre a todo el organismo. La vida se genera, gracias al corazón. Es el control máster de nuestra existencia. Funciona automáticamente, siempre está despierto, presto a regular su ritmo, al vaivén de nuestras emociones, y la orden de la glándula, que ordena atacar o huir, frente a una emergencia.
La calidad de nuestros pensamientos incide en el funcionamiento cardíaco. Somos un gran laboratorio, y el pensamiento genera emociones que activan el sistema glandular, que segrega hormonas, mensajeros químicos a la sangre; endorfinas que producen bienestar, o cortisol que activa o envenena el organismo, según sus cantidades.
El corazón late desde que nacimos, nunca descansa y trabaja incesante para propiciarse la vida. Es un retro transmisor de la fuerza del corazón de nuestra madre; por eso conserva su amor y ternura. Es el gran motor que distribuye la sangre vital y la fuerza espiritual a todo el organismo.
Aparte de ello, el corazón es el centro emocional, y ya se conoce que cuenta con un cerebro autónomo que transmite mensajes al cerebro central y afecta la calidad de su funcionamiento.
Todos los sentimientos tienen un color y una vibración, y afectan nuestra salud. Así nuestro corazón estará en armonía y transmitirá mucha salud a nuestra mente y nuestro cuerpo. El odio, el rencor, el mal genio, las preocupaciones, afectan nuestra vida. La enfermedad está ligada a la parte emocional, y siendo el corazón el gran ente regulador de la vida, se afecta por la calidad de nuestras emociones. Démosle al corazón un alimento saludable; buena música, alegría, amor, optimismo, palabras positivas, solidaridad y trabajo en equipo. Vibremos en amor, paz y bondad, con pensamientos positivos, y un corazón alegre, de la mano de Dios.
Aprendamos a amar. El corazón es un bumerang, y los sentimientos que emitimos, también los recibimos, multiplicados. Un dia positivo donde el corazón se alegre antes de salir a caminar.
El corazón late desde que nacimos, nunca descansa y trabaja incesante para propiciarse la vida
