Opinión, TOP

LOS JARDINES DE LAS TULLERÍAS

El palacio del Louvre y los jardines de las Tullerías París Francia

 

 

 

María Angélica Aparicio P.

La historia de los Jardines de las Tullerías en París se entrelaza trágicamente con la furia y la sinrazón de momentos históricos convulsos, demostrando cómo la ira puede llevar a la destrucción de valiosos patrimonios, mientras que la naturaleza, con su inherente capacidad de recuperación, puede persistir incluso ante la devastación humana.

Originalmente concebidos como parte del ambicioso proyecto de Catalina de Médicis en el siglo XVI para construir el Palacio de las Tullerías –un elegante capricho renacentista que reemplazó una modesta casa–, los jardines nacieron como un complemento natural a la grandiosa residencia. El rey Luis XIV, visionario y amante del arte, expandió el palacio con la intención de convertirlo en un emblema de París, destinándolo en un principio a la difusión cultural, acogiendo música, teatro y ópera, e incluso sirviendo como residencia y taller para artistas.

Sin embargo, el estallido de la Revolución Francesa marcó un punto de inflexión sombrío. Luis XVI y María Antonieta, trasladados forzosamente al Palacio de las Tullerías, se encontraron con la presencia de cortesanos y artistas, lo que desató la cólera real. Pero fue en los espléndidos jardines frontales donde se manifestaron las primeras agitaciones revolucionarias. Aquel oasis verde, la primera zona de esparcimiento natural en París, creado con esmero y dedicación, fue atropellado por la multitud enfurecida en su camino hacia el rey y la reina. La venganza y la rabia ciega prevalecieron sobre la apreciación de la belleza y la historia, causando destrozos irreparables en un espacio que representaba arte y paciencia.

Paradójicamente, los jardines encontraron un respiro durante la época de Napoleón Bonaparte, quien no solo los respetó sino que incluso los embelleció. Sin embargo, la furia destructiva resurgió en 1871, cuando ciudadanos atacaron con saña tanto los jardines, que habían sobrevivido a reformas y al tiempo, como el propio Palacio de las Tullerías. El edificio imperial fue saqueado, destruido e incendiado hasta sus cimientos, sin dejar posibilidad de reconstrucción.

Milagrosamente, los jardines resistieron a esta nueva ola de violencia. Tras la demolición del palacio, manos expertas se dedicaron a la recuperación de las flores, el césped y las esculturas. Tres siglos después de su concepción, los Jardines de las Tullerías se erigen hoy como una frontera natural y hermosa del renombrado Museo del Louvre, constituyéndose en una zona de apreciable belleza que revitaliza el corazón de París. Su historia es un testimonio elocuente de la fragilidad del patrimonio ante la ira humana y, a la vez, de la tenacidad y la capacidad regenerativa del mundo natural.

Claude Monet, Las Tullerías (1876), París, Museo Marmottan Monet.