La Constitución nacional, que en el artículo 20 estableció la garantía a la libertad de expresión y de fundación de medios de comunicación; en el artículo 75 consagró el espectro electromagnético como un bien público inenajenable e imprescindible, sujeto a la gestión y el control del Estado.
En una enérgica intervención televisada, el presidente Gustavo Petro denunció una supuesta «censura» a sus alocuciones, afirmando que el espectro electromagnético y, por ende, la información, no pertenecen a la nación como lo establece la Constitución, sino a «los dos grupos financieros más poderosos del país».
El mandatario enfatizó que esta concentración de poder mediático en manos privadas impide que la información esté en manos de la ciudadanía o del sector público. En este contexto, Petro señaló que la «censura» a sus intervenciones y a las del Consejo de Ministros busca silenciar su voz como jefe de Estado.
«Estamos ante un hecho sui géneris en la historia universal y entre los países del mundo: se intenta censurar y acallar la voz del presidente, se intenta desaparecer al presidente», aseveró Petro, añadiendo que, en su opinión, el poder no reside en el pueblo ni en el presidente electo, como lo dicta la Constitución.
El presidente reiteró que sus intervenciones están bajo «censura», calificando esta situación como un «estado inconstitucional de cosas». Si bien reconoció que no le corresponde juzgar esta situación, sí considera su deber señalarla.
Petro también se refirió específicamente a su discurso del 1 de mayo en la Plaza de Bolívar, durante el Día Internacional del Trabajo, afirmando que fue «censurado» y no transmitido a la ciudadanía por un «órgano administrativo que se ha convertido en el tribunal censurador».
«Tenemos un tribunal de censura que arbitrariamente censura al presidente, aun en sus alocuciones presidenciales. Determina cuándo puede hablar, cuándo no, qué tiempos y qué decir. Eso es lo que había en el fascismo», recalcó el mandatario.
Finalmente, Petro concluyó que estas decisiones no solo buscan silenciar su voz, sino también la de los «11,5 millones de electores que decidieron que yo fuera el mandatario».